'UNA FLOR PARA EVANGELINA RODRIGUEZ' (¿1879?-1947)
Capítulo XV
(Novela-Histórica)
Por: Bernot Berry Maqrtínez (bloguero)
“Sí, en un atardecer en el cual admiraba un crepúscu desde la ventanita de mi cuartucho, fue cuando te vi haciéndome señas, indicándome que supuestamente tenías una comida para mí entre un recipiente metálico, una cantinita. Con certeza te informo que eso me sorprendió bastante. Llegué a creer que se trataba de una trampa, una especie de engaño con el propósito de engatusarme. No obstante, percibiendo una convicción que entró a mi interior, con precaución, mirando los lados, caminé por el patio, deteniéndome en el sitio donde la colocaste, debajo de una mata de limón, un arbolito ya casi sin hojas pues buena parte de ellas las había ingerido. Con rapidez me llevé el recipiente hacia donde vivía. Al destaparlo contemplé que eran unas batatas sancochadas con trocitos de arenque. Encima de un papel de funda había una nota que decía: “Mi don, acepte este alimento de buena voluntad. No todo está perdido. Me dedico a practicar el ocultismo. Soy un joven estudioso de lo esotérico. De forma constante he sentido una sugerencia (quizá por los seres que no puedo ver), a socorrerle con cuanto pueda brindarle. Y siguiéndola la he efectuado, ansiando que me perdone esta intromisión. Pienso que sería excelente tener con usted una buena comunicación, aunque sea por escrito, con prudencia. Continúe con su cautela ya que la gente se mantiene vigilante. Pero reconozco que podría aprender mucho con sus conocimientos. No hace mucho, unos días, me mudé para esta barriada. Realmente no puede conocerme bien. Esto le puede parecer extraño, sin embargo recuerde que la vida es de esa manera, rarísima.
Sé que no tengo la capacidad de aconsejarlo. Pero puedo sugerirle que siga así, sin perder su gran fe. Es que le poseo una enorme admiración por su intrepidez. Tengo la intuición de conocerlo desde años. Estoy seguro que su desconfianza hacia mí se le irá pronto. En las trazadas letras del presente mensaje se encuentra la seguridad para ambos. Confío en que las estudiará con discernimiento ante de juzgarme. Pienso que hallará la claridad con la que alejará las tinieblas. Le indico que debajo de esta anotación se encuentra oculta la figura secreta a la cual pertenezco. Espero que la encuentre pronto. Mañana, mi don, le dejaré otra comidita. Vivo solo. No puedo confiar en nadie. Tengo que trabajar fuerte en la construcción del puerto. Puede dejarme la bandejita en el mismo lugar. La Luz del Gran Espíritu sea con vos. Gracias”.
“Te confieso que por unos instantes quedé aturdido, sin saber qué hacer. Llegué a reflexionar que el alimento podía estar envenenado. Es que ignoraba quién eras, de dónde habías aparecido. Y los insignificantes chivatos se encontraban haciendo cualquier cosa por mortificarme. Esa comida la olfateé cual perro famélico, sin percibir olor a sustancia tóxica. Me acordé que los ‘cocolos’ son famosos realizando esas horribles intoxicaciones con su propia gente, solamente para quitarle su trabajo o su mujer que cocina buen ‘domplín’. Por tanto, deseando estar seguro, les ofrecí un poquito a unas hormiguitas negras, ‘bobas’, aguardando el resultado con algunas mantenidas entre un vaso boca abajo, sin que pudieran salir. Y como pasó un tiempo prudente sin nada pasarles, consideré que el alimento estaba óptimo para ingerirlo. Me lo comí deprisa, paladeándolo como si fuera un manjar de Sultán. Enseguida busqué la efigie en el papel. Estaba invisible a simple vista. Por eso busqué un fósforo, y encendiéndolo coloqué su llamita cerca de la hoja, por donde sugeriste, apareciendo la imagen nítidamente. Eso me alegró muchísimo, ya que pertenecíamos a la misma Hermandad. Y mirando las estrellas, contento me interrogué:
--Hum, ¿estarán detrás de esto, ah?
Bueno, como deseas que nos comuniquemos por escrito empecé a escudriñar la manera en como trazaste ciertas palabras de tu magnifica notificación, dándome cuenta de tu interioridad. De inmediato consideré que eras un neófito joven esotérico, con bastantes posibilidades de llegar a los astros, de convertirte en maestro. Por ende, comencé a relatar estos manuscritos, varios largos, otros cortos, aconsejándote que los guardes bien, en sólida botella, y enterrarla donde vives si te fuera viable, porque vendrá un futuro en el cual podrían servir para esclarecer determinadas oscuridades de la actualidad, alumbrándolo mejor.
Te sugiero que no vayas a perder la esperanza en el Humanismo. El mismo no perecerá jamás. ¿Y por qué? Bueno, debes saber que por su existencia entre nosotros es que aún nos encontramos viviendo. Es imprescindible comprender que si éste se extinguiera, cuanto habita en la Tierra, animales y plantas, incluyendo hasta los insectos, podría borrarse completamente. Es que sin el Humanismo ya nos hubiéramos devorados ferozmente, igual a las fieras salvajes. Por consiguiente, te manifiesto que vuestra nota me emocionó, trayéndome tranquilidad y felicidad. Al menos ya tengo una persona con la cual poseer una relación, aunque sea por escrito, sin olvidar ni un instante ‘que las paredes oyen’. Te aseguro, y créeme, que la actual pesadilla que tiene Dominicana, el sanguinario de Trujillo, desaparecerá por siempre. Y ojalá sea para el bienestar de los desposeídos, nunca de los politiqueros vividores. Acuérdate de esto: si sucede lo último, las luchas y angustias de tantas personalidades, de numerosas más que vendrán y morirán por nuestra preciosa Libertad, sería penosamente en vano. La tenacidad con que combatieron por Ella quedaría convertida en basura.
Empero ya no puedo informarte más. Estoy preocupado. La casera está pidiéndome con urgencia el dinero del cuartico. Pienso empeñar mis instrumentos de zapatero por Miramar, lejos de esta barriada, ya que no estoy utilizándolos porque nadie viene a que le repare algún calzado, como ya te dije. Creo que si una lejana compraventa acepta mis hierros, algo doloroso para mí ya que nunca lo he realizado, de inmediato le pago un par de meses a la buena señora. Empero, estuvo bien decírselo anticipadamente, esto porque la bendita mujer, muy cabizbaja, avergonzada, sin mirarme, me informó que la perdonara, pero que había cambiado de opinión, no pudiendo continuar alquilándomelo. Me indicó que lo necesitaba para un sobrino que llegaría pronto de Hato Mayor a trabajar en la construcción del puerto. Por eso deseaba que me mudara lo más pronto posible. Enseguida me dio la espalda. Presentí que lloriqueaba. Discerní cuanto estaba sucediendo. Pienso que la bondadosa señora no quería que me fuera, era buen inquilino, no molestaba, incluso la ayudaba con variados problemas de su vivienda. Mas, aunque no me lo confirmó y tampoco se atrevería, esto significaba que los calieses la obligaron para no tener que quemarle su casita. Parece que anhelan verme desesperado, sin saber qué hacer, tal vez pidiendo dádivas como otros hambrientos ancianos a los feligreses que van a la parroquia. Pero próximo a la misma los barbudos curas tenían rigurosamente prohibido limosnear. ¿Y qué acontecía si los pedigüeños se arrimaban a mendigar por ahí, cerca del templo? Bueno, los policías se los llevaban a macanazos, porque molestaban a los fieles católicos, quienes siempre están con caras de santos, empolvaditos, perfumaditos, verdaderos simuladores.
Los agentes trancan a los mendigos en una oscura prisión llena de ratas en el cercano cuartel policial que se halla frente a la iglesia, poniéndolos a limpiarlo en la mañana siguiente. Claro, quizá los chivatos ansían que en ese sitio me tranquen por suficientes penosos días.
Sin embargo, amigo, no deseo que te inquietes. Todo esto es fabuloso. A veces es provechoso que nos sucedan tales cosas. De este modo salimos de la rutina. Es que cuanto existe es un ordenado misterio, ya debes comenzar a enterarte bien. Por lo demás, para que sonrías, me estaba cansando de continuar viviendo de esta manera, casi cual ermitaño, tratando de reflexionar anticipadamente lo que ellos trataban de hacer para contrarrestarlos.
Hace varios meses, antes de todo esto, me encontraba desarrollando un plan con la finalidad de perpetrar lo que ahora ansío desarrollar. ¿Y por qué no lo había llevado a cabo? Bueno, te indiqué que la existencia es inescrutable, aún para gente como yo, algo que deberías tener bastante en cuenta. Quizá no lo perpetré a consecuencia de que no poseíamos comunicación. Nos hallábamos completamente desconectados. Recuerda que cuanto existe y será, está basado en el Plan Cósmico. Mira, fíjate que te mudaste colindante a donde vivo, eres un estudiante del esoterismo, pertenecemos a la misma Hermandad, y según me informaste, posibles seres intuyeron a que me socorriera sin tú saber nada de mí.
Debes ir dándote cuenta que esa es la forma como los Maestros Espirituales laboran. Lo hacen de modo tenue. Mi deber --lo anhelo con vehemencia--, es marchar hacia una montaña del Este, posiblemente a la ‘Loma de la Vaca’, en donde estuvo el Cuartel General del grandioso Vicente Evangelista (‘Vicentico’), el olvidado Comandante de las Fuerzas Nacionalistas, quienes con inmensa valentía se opusieron al interventor norteamericano. Pienso que allá arriba, en esa colina, debería estar izada de manera permanente, desplegada a los vientos de la República, nuestra Bandera Nacional. Ella manifestaría el Patriotismo demostrado por ‘Vicentico’ Evangelista y sus hombres defendiendo el honor de nuestra nacionalidad. Sería una permanente atalaya. Es que por esa zona se verificaron feroces combates entre invasores y sus mercenarios nativos, sin que pudieran conquistarla. Es más, todavía por ese terreno se consiguen variados balines, metralla, cartuchos, que son evidencias de lo muchísimo que por allí se batalló, principalmente por la ‘Loma de la. Vaca’. Trujillo jamás enarbolará nuestra Insignia Tricolor. Él fue uno de los traidores que pelearon en contra de los guerrilleros. No obstante, trataré de izarla en un pequeño palo, amarrándolo en lo alto de un árbol, si es que todavía quedan pues antes había bastantes, derrumbándolos para utilizarlos en empresas cañeras y en cercados de grandes y distintas haciendas. Fue a consecuencia de tales gruesos troncos que el valeroso ‘Vicentico’ pudo resistir las feroces embestidas lanzadas contra ese bastión del Patriotismo. Los yanquis utilizaron hasta un avión, uno de dos alas, atisbando y disparándoles a los combatientes. Pero uno de esos aparatos fue derribado por un certero disparo de fusil que posiblemente impactó en la cabeza del piloto, ocasionando que chocara con otra colina, derrumbándose incendiado, destrozándose por completo, mientras un inmenso bullicio de alegres guerrilleros retumbaba el área. Eso ocasionó que se enojaran bastante los interventores y sus mercenarios, lanzando contra la heroica loma numerosas balas de variados calibres, procediendo a que los Patriotas se guarecieran detrás de los troncos, llenos de risa.
Cierto, enllave, es lo menos que puedo hacer en esta altura de mi vida. Pienso que vendrán tiempos en los cuales podrían alcanzar el poder reales dominicanos con afinidad a estos héroes y nuestra valerosa Dra. Rodríguez. Y entonces, con firmeza convicción lograrían homenajear a tan esforzados luchadores por la Libertad, quienes han sido relegados como si no hubiesen existidos, tratando de que sean olvidados.
Sí, vilmente han sido calumniados por los propios criollos con el mote de ‘gavilleros’, ya que los invasores les llamaban ‘bandidos’ (‘bandids’). Por eso deseo que aquel futuro gobierno coloque en lo alto de la ‘Loma de la Vaca’, en honor a esos Patriotas, el Pendón Nacional, notándose bellamente flameando.
Los cibaeños tienen su Monumento a ‘La Barranquita’, esto debido a una diminuta acción que un grupito realizó contra el yanqui invasor. Sin embargo, aquí en el Este, donde realmente se les combatió en guerrilla por un buen tiempo, no poseemos absolutamente nada. Y es una pena y vergüenza a las memorias de los tantos campesinos que lucharon heroicamente por esta Patria, la de Duarte y Luperón. Pero así es la realidad: los capitaleños y la gente del Cibao son los que han escrito nuestra tergiversada historia.
En la cima de aquel cerro, arrodillado y con los brazos abiertos, les pediré a los Maestros del Cosmos que le pidan al Gran Espíritu a que nos envíe otra virtuosa Evangelina Rodríguez para que alcance la Presidencia Republicana. Pienso que ya antes así fue dispuesto. Empero, aquellos representantes de la maldad instalaron al inmenso perverso de Trujillo, evitando que la Nación tuviera una honesta mujer gobernando, una persona que nos conduciría por senderos de progreso y paz.
Esa solicitud se las haré para cuando lo consideren de lugar, muy apropiado. Pero, y esto te lo advierto con claridad: las oportunidades deben aprovecharse a plenitud. Y eso fue cuanto sucedió, que no supimos cultivarla. Nos la mandaron en bandeja de oro, complaciendo al humilde pueblo a llevarnos hacia el enorme sueño de los Ídolos Republicanos. ¿Y qué pasó? Bueno, que por nuestra increíble ignorancia y soberbia, no entendimos que ella era la prometida, su enviada. Y en vez de dejarnos llevar por sus grandes ideales, purísima flor de los campos orientales, educadora, escritora, excelente médica con varias especialidades, amante del pueblo, una verdadera socialista, luchadora para que nosotros, incultos y analfabetos, aprendiéramos a desarrollarnos, a levantarnos del sucio fango.
Cuanto te he informado aconteció de esa forma. No debemos jamás adornarla, mucho menos envolverla por cruda y molestosa que nos sea. Y por tanto, siempre debemos tener en cuenta, respetándola, esa gloriosa frase de Benito Juárez: “El respeto al derecho ajeno es la paz”, algo que el dictador nunca lo ha hecho ni lo hará”.
“Lo que hicimos con Evangelina --claro la ignorante mayoría--, fue burlarnos de cuanto con tanto amor trató de enseñarnos y que no aceptamos. Y fuimos llevándola lentamente a una terrible y oscura soledad, abandonándola de manera cobarde entre un grandísimo laberinto del cual difícilmente se retorna. Mas, te lo juro otra vez, y por nuestra Hermandad, que tendré el coraje de pedirles a los Maestros la piedad de hablar con el Gran Espíritu para que nos la devuelvan, sin importar a los traidores de estas poblaciones, esencialmente de Macorís, pueblo lleno de pesimistas, aunque la gente evoluciona porque ‘los tropezones hacen levantar los pies’.
Reconozco que no podrán hacerlo pronto, es algo difícil a consecuencia de no encontrarnos bien preparados. Ya les fallamos. Tenemos que pagarlo con horribles condenas y sacrificios. Trujillo es uno de esos castigos. Es que sacerdotes como el padre Francisco J. Billini ya no nacen. Él fue un cura de las alturas. Con algunos como él quizá se compondría este país.
Te repito que tal vez esta mística pretensión no se haga realidad por ahora. Muchos años podrían pasar. Esta pobre Nación tiene demasiados tarados y oportunistas. El oscurantismo mágico-religioso que nos rodea, dominativo, es realmente excepcional. Empero, es justiciero que nos ofrezcan otra oportunidad, la merecemos. El dominicano está en continuo sufrimiento con el terrible Trujillo y sus horrorosos compinches. Claro, esto podría ser posible si a la Dra. Rodríguez no la hayan enviado hacia un planeta superior, no de prueba y castigo como es la Tierra. No obstante, Ellos poseen la potestad de determinar la petición que mejor consideren”...
“¡Caramba, joven amigo, qué grande pondría la nueva Evangelina Rodríguez a este sufrido país! Desde luego, si Ellos deciden enviárnosla poseería un nombre distinto y físicamente sería diferente. Podría ser mulata, negra o blanca, nada de eso es significativo. La Raza Humana es una solamente. Lo muy importante, de veras, extraordinario, es que posea sus principios, igualmente su formación política e intelectual, incluso más elevados que cuando estuvo entre nosotros.
Mientras tanto, de nuevo te suplico que estos escritos los preserves bien. Ten en cuenta que vienen tiempos oscuros, de pocas luces, en que la temible sombra estará hasta en el más apartado rincón del país, inclusive más lejos aún. Y vuelvo a repetirte que el Humanismo no desaparecerá por culpa de ladrones politiqueros. Es más: existe un mundo de esperanza que aguarda a las futuras generaciones, ya que serán bienaventuradas. Nuestros supremos Hermanos nos socorrerán. Todo es cuestión de ajustar el Universo, de que llegue el tiempo para su cumplimiento.
Te advierto que si en dos meses exactamente, más o menos a las ocho de la noche, próximo a donde vives, no logramos vernos, encontrarnos, estrechar nuestras diestras, abrazarnos, es porque algo salió mal y posiblemente ya no estaré vivo. Vaya, si eso acontece es porque habré cumplido con mi misión histórica. Recuerda que cuanto antecede se encuentra narrado en el Libro Galáctico. Y en esa otra dimensión estaré feliz, repleto de complacencia. Te puedo asegurar que mi existencia terrenal estuvo muy por encima de las satisfacciones que de frustraciones.
Me despido con los siguientes consejos. Ten precaución con quienes te rodean. Distintos tipos se te acercarán buscando tu amistad. Desconfía de todos, principalmente de ésos que viven sonriendo, son peligrosos fingidores. Te advierto que trates de andar solo, sin hipócritas a tu vera. Vigilarán tu senda de manera cauta. No dejes asuntos comprometedores en tu cuarto, principalmente a simple vista. Los calieses entran y lo registran todo de modo muy cuidadoso, cual si no hubiesen ingresado. Son expertos efectuando esas actividades. Por eso debes ser sumamente cauteloso antes de salir. Cualquier cosa, esencialmente algún papel escrito, tratarán de examinarlo bien, buscando posibles claves. Con regularidad lo copian para llevárselo a sus cabecillas. Tienes que ser en extremo prevenido. Eso los enfurece, y hasta podrían dejarte tranquilo. No trates de dialogar con bebedores de ron: la mayoría son informadores de los infames funcionarios del SIM. Sé siempre sobrio. Ten siempre presente que los principales dirigentes de la Seguridad del régimen trujillista viene procedente de la alta intelectualidad del país. Es un duplicado con mayor depravación que la GESTAPO. Es una institución óptima, la mejor de la tiranía. Por ella podría durar “Chapita” un buen tiempo abusando de nuestros paisanos, hasta que lo maten de forma despiadada.
Bueno, joven amigo, anhelo proseguir escribiéndote, pero todo posee un final. Te dejo con esta importante nota, para que lo conserves y estudies, un avanzado libro. Por eso, me despido cual lo hiciste conmigo: ‘la Luz del Gran Espíritu sea con vos’. Gracias por todo”.
Hasta ahí llegó el largo documento del místico anciano. Al volverlo a leer con superior interés, manifiesto que me impactó grandemente. Y quizá por tal motivo fue que me llegaron variados cuestionamientos, viéndome en la necesidad de coger uno, representativo fundamental de cuanto anhelaba conocer. De este modo podía salir con urgencia de tales incógnitas, las que llegaban de disímiles partes. Y por tal motivo tomé una pregunta solamente para que el amigo esotérico, ahora cargado de años y repleto de sabiduría, tratara de respondérmela, siempre que le encontrara extasiado por el Muro de Contención, sus ojos rojizos mirando al Río Macorix durante algún espléndido atardecer que la Naturaleza nos brindaba. Igualmente debería distinguir que si la supiese no me viniese con rodeos como a veces ejecuta, despistando a individuos que no les agradaba. Eso lo sabría de inmediato. Claro, él es distinto conmigo. Me tiene buena confianza, me lo demostró al entregarme aquellos amarillentos manuscritos del místico señor. También le poseo un gran respeto. Es una persona sumamente bondadosa.
Aunque no lo había contado, lo cierto fue que nunca antes de esos escritos, había conversado con él. En varias ocasiones pude verlo en las tardes crepusculares, por la muralla, contemplándolos. Hasta llegué a pensar que era un ensimismado, algún buscador de la paz interior que nos ofrecen las sosegadas aguas del río. Fue él que vino a mí, durante un moribundo atardecer, explicándome el complejo asunto de los mensajes. Confieso que su actitud me sorprendió de forma considerable. Incluso me aseguró que por yo hallarme haciendo (¿?) un trabajo acerca de la Dra. Rodríguez, le habían aconsejado --nunca me dijo por quiénes-- aproximarse a mí a conocer sobre cuestiones jamás escuchadas. Es más, me afirmó que yo había sido ‘escogido’ con fines de realizar tan delicada y triste labor. Realmente no le creí nada, llegando a pensar que el señor podía no estar bien de la cabeza. Empero, ¿cómo sabía que estaba escribiendo algo relacionado a Evangelina Rodríguez? Tal interrogante me trajo una inmensa curiosidad. Quizá por tal circunstancia acepté su invitación de ir donde vivía a contemplar esas notas que conservaba entre el frasco Y yo, hombre que le gusta entretenerse con la investigación, encantándole el lema “de donde quiera sale tremendo alacrán”, me le fui detrás. El resto es ya conocido. No tengo que abundar más, tampoco continuar indagando cómo supo acerca de la narración que estaba efectuando. Todo era una gran incógnita. Y por eso traté de no darle mente. Es que posiblemente a nada concreto llegaría, pues ella pertenecía tal vez a la denominada ‘Dimensión Desconocida’.
Si bien admiro al señor grandemente, a veces sonreía sin que me viera, debido a unos ademanes y cuchicheos que efectuaba en ciertos instantes, como dirigiéndose a unos seres inmateriales que le merodeaban. Sí, daba la impresión de que conversaba con ellos. Ahora bien, de algo puedo testificar: ese señor era sumamente instruido, muy culto, quizá un conocedor de subrepticios secretos en extremo inconcebibles para nosotros, gente corriente. Consideraba que él era más normal que ciertos especialistas en enfermedades mentales.
A consecuencia de que deseaba me respondiera ese atormentador enigma, fui a procurarle por donde con regularidad se hallaba durante hermoso crepúsculo. Y ahí lo encontré, absorto en su contemplación meditativa (le llamaba MT, Meditación Trascendental), observando el centro de la ría. Lo encontré tan concentrado que no me atreví a molestarlo. Por un momento, a pocos metros de donde estaba, mis codos encima del viejo muro, me quedé abstraído atisbando las aguas. Trataba de respetar su inspiración meditabunda. Entonces, quizás oteándome de soslayo, me comentó: “Ahh, ¿vienes a saber si mi amigo místico cumplió con su misión, eh?”
Con sinceridad confieso que sus palabras me dejaron atónito. Por un momentico no logré pronunciar ni un vocablo, viéndole gesticulando, susurrando en su medio abstracto. Esto fue ciertísimo, ya que efectivamente esa era la pregunta que anhelaba indagar. ¿La conocería? ¿Tendría conocimientos si llegaron a verse a la hora indicada, ocho de la noche, luego de pasar un par meses?
En eso aulló por el espacio macorisano la sirena de los Bomberos, anunciando al pueblo las 18:00 horas, seis de la tarde. Nos encontrábamos delante de la hermosa casa de dos niveles donde el Lic. Porfirio Herrera tuvo su oficina por años, la que con el tiempo sería el bufete de los Drs. Carbuccia. Realmente no encontraba el modo de inquirirle tan interesante interrogación. Él me observaba de manera transversal, lo pude advertir. Asimismo mantenía en sus labios una tenue sonrisa, a consecuencia de que podía estar recordando algunos asuntos relacionados años atrás, en aquel lejano 1947.
Notando que nada le preguntaba, hallándome cual perfecto idiota observando el río, comprendiendo que esa era la interrogante, comenzó a informarme que aquella noche del encuentro, cumpliéndose los dos meses y llegando la hora acordada, él estaba muy inquieto atisbando hacia los lados, procurando contemplarle. Repentinamente el anciano le surgió exactamente a las ocho, a su vera, como si fuera una aparición, admirándose bastante. Me señaló que no pudo reconocerlo de inmediato porque se hallaba distinto, disfrazado, lleno de barbas. Llevaba hasta un bastón rayado, semejante a los usados por los ciegos. Se abrazaron con efusividad. Enseguida se dirigieron al ‘Parque Salvador’, sentándose en uno de los asientos, comenzando el anciano a contarle tantísimas cosas que al joven le parecieron sorprendentes.
NOTA: Nuestra obra está registrada en la Oficina de Derecho de Autor, ONDA, cual manda la Lery 65-'00.
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