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Bernot Berry Martinez (Turenne)

'UN CIUDADANO EJEMPLAR'

(De nuestro libro “Más allá de la esperanza”)

Don Juan Bosch, escritor y político.

Por: Bernot Berry Martínez   (bloguero)

    Cuenta antigua leyenda indígena de
Centro América, que al nacer infante en
tribu, esa noche se contemplaba con interés
si alguna estrella fugaz se desplazaba por
el firmamento, bañando con su luz dorada
todo el contorno.
    Si lo anterior por casualidad acontecía,
entonces los viejos se miraban sonreídos,
y fumando sus cachimbos susurraban que el
Gran Espíritu les había mandado un futuro
gran hombre, sabio, para conducir ese pueblo
por el espinoso camino de su redención.
    Ignoro si tal vez aquel 30 de Junio, 1909,
La Vega, en que varios ancianos extasiábanse
contemplando el estrellado cosmos durante
tan memorable fecha, advirtieron gozosos
una fugaz, iluminando por breves segundos
la preciosa campiña cibaeña.
    Cierto, creo que la mencionada tradición
indígena volvió a cumplirse esa inolvidable
noche en la cual nació un niño con bellos ojos
azules muy abiertos, como ansiando él
conocerlo todo inmediatamente.
 
    Y ese infante, quien se hizo hombre con
prontitud a causa de los muchos textos que
leía, influyendo ellos en las cortas narrativas
que escribía y que contaba a sus amiguitas,
las hermanitas Hernando, las cuales
cariñosamente le llamaban ‘Juanito’.
    Las luchas montoneras y tanta miseria que
notaba en el pueblo iban acrisolando su
carácter.
    Siendo jovencito le dio fuerte neumonía
que mucho le afectó, pero pudo superarla,
prosiguiendo con su vida de observación al
ser humano y la tan admirable naturaleza.
    Su vida quedó marcada por los efectos de la
intervención norteamericana, 1916-1924.
 
    Era de temperamento independiente, soñador,
aventurero, de fibras indomable. Y quizá por
eso abandonó sus estudios, viniendo para la
capital en 1924 donde laboró en distintas
casas comerciales: Ramón Corripio,
Lavandero, Font Gamundi & Cía.,...
    Pero también publicaba cuentos y poemas en
periódicos y revistas provinciales.
    En 1929 navegó hacia Barcelona, España,
siendo recibido por su familia paterna.
    Allá trabajó en publicidad. Asimismo
organizó compañía teatral, viajando a
Venezuela para laborar con ella.
 
    Publica poemas en el Listín Diario (1931), y
un año después escribió su famoso cuento
“La Mujer”.
    1933: Junto a otros jóvenes escritores
forman grupo literario conocido como
‘La Cueva’.
    Ese mismo año, 24 de Noviembre, editó
su primer libro de cuentos, al cual tituló
“Camino Real”.
    Teniendo 25 años se inicia en la Masonería,
logia La Esperanza No.9, Inc., Zona
Colonial, Santo Domingo, año 1934.
    Estuvo detenido en la Fortaleza Ozama. Ahí,
contemplando la mar, compuso letra de
hermosa criolla ‘La Gaviota’, con música
de Julio Gautreaux.
    Le gustaba caminar por la calle El Conde
con su pecho erguido, elegantemente
vestido, sombrero de paja en su cabeza,
prenda que siempre se quitaba cuando
saludaba a las hermosas jóvenes con las
cuales se encontraba.
    Contrajo matrimonio, 1935, en Santo
Domingo, con Isabel García Aguiar.
Durante ese mismo año labora en la
Dirección de Estadísticas, organizando
Censo Nacional de Población.
    Publica en periódicos nacionales artículos y
cuentos.
    Dirige la sección literaria del Listín Diario.
    Publicó su segundo texto: “Indios. Apuntes
históricos y leyendas”.
    En aquel 1936 sale a la luz “La Mañosa. La
novela de las revoluciones”.
    También le nace su primer hijo, a quien llamó
León, tal vez en honor al famoso escritor
ruso Tolstoi o al destacado poeta español
Felipe.
    Evadiendo al tirano Trujillo, en Enero de
1938 este futuro ilustre hombre se marcha
con su esposa e hijo para Puerto Rico, en
donde Adolfo Hostos y él llegan a un acuerdo
para la recopilación de las obras completas
del padre del primero, el gran antillano
Eugenio María de Hostos.
    Leyendo tales originales comprendió con
magnitud...“qué fuerzas mueven, y cómo las
mueven, el alma de un hombre consagrado
al servicio de los demás”.
    En San Juan, Puerto Rico, nace su hija
Patricia.
    Ese 1939 se dirige a Cuba mandado por el
Comité Hostos para dirigir la publicación de
las obras completas de Eugenio María de
Hostos.
    Fue un verdadero hostosiano.
    Durante ese mismo año participa con otros
exiliados en la fundación del Partido
Revolucionario Dominicano. Asimismo se
divorcia de Isabel García Aguiar.
    Para ganarse la vida, 1941, honesto como
siempre se le conoció, vende productos
farmacéuticos por la isla de Cuba.
Dos programas escribió para la CMQ-Radio:
“Los forjadores de América” y “Memorias de
una dama cubana”.
    Edita el cuento “Dos pesos de agua”.
    Escribió “El río y su enemigo”, cuento que
le hizo percibir que con el mismo había
perfeccionado tan difícil género creativo.
    Para los numerosos años que le aguardaban
de buena enseñanza hacia sus semejantes,
aquel 1943 fue inolvidable, dichoso, pues
contrajo nupcias con la distinguida joven
Carmen Quidiello.
    En 1944 se desempeña como consejero del
primer ministro Carlos Prío Socarrás.
    Nuestro ciudadano ejemplar organizó con
hombres de distintas nacionalidades la
expedición de Cayo Confites, 1947, con la
finalidad de derrocar a Trujillo. Empero, la
misma quedó abortada por Marina de
Guerra cubana. La mayoría de sus integrantes
fueron detenidos. Sólo unos pocos lograron
escapar, como fue el caso del joven
revolucionario Fidel Castro.
    Edita “Ocho cuentos”.
    1948: estuvo en la comitiva con el presidente
electo de Cuba Prío Socarrás, por el
recorrido que hiciera por Costa Rica y
Venezuela.
    Fue muy amigo, también admirador, de
nuestro Poeta Nacional don Pedro Mir
Valentín.
    Se asegura que de cuanto en vez le oyeron
susurrar, escuchando al vate leyendo
algún poema, que éste poseía el alma de
un colibrí.
    Afirman que fue muy leal con sus amistades,
en buenas y malas.
    En 1951 llega al mundo, en San José de Costa
Rica, su hija Bárbara.
    Vive un tiempo en Bolivia, 1953, viajando
luego a Santiago de Chile.
    En todos esos lugares se codea con los
mejores intelectuales de la época, igualmente
con los políticos liberales.
    Durante el 1955 escribió “Póker de espanto
en el Caribe”, manuscrito que se pierde,
publicándolo años después.
    Pero sale a la luz “Judas Iscariote, el
calumniado”, “La muchacha de la Guaira”,
además “Cuba, la isla fascinante”.
    Retornó a su hogar en la Habana el 1956.
    En la prestigiosa Universidad Central de
Caracas, 1958, pronuncia una serie de
conferencias acerca del tecnicismo para hacer
cuentos. Igualmente dicta una tremenda
charla sobre la horrible dictadura del sátrapa
de San Cristóbal, la cual le serviría de base
para realizar su texto “Trujillo, causas de una
tiranía sin ejemplo”.
    1959: muy triste se puso con lo acontecido a
la Raza Inmortal inmolada en Constanza,
Maimón y Estero Hondo, asimismo por el
vil asesinato de las Mártires de Salcedo y
del valiente chofer Rufino de la Cruz.
    En 1961, Abril, fue nombrado profesor del
Instituto de Educación Política de Costa Rica.
Más luego, muerto el terrible sátrapa, con su
alma henchida de emoción, feliz, retorna a
    Santo Domingo después de pasar 24 años de
duro y peligroso exilio.
    En Diciembre, Plaza Colón, varios jóvenes
estrechamos su suave y sincera mano.
    Todavía recordamos aquella sonrisa franca
ofrecida mientras sus azules ojos nos
observaban atentamente.
    Fabuloso fue aquel debate radial-televisivo
entre el representante del clero católico, cura
cargado de títulos, y nuestro humilde
ciudadano ejemplar.
    El de la sotana negra, con dolor de su alma,
tuvo que confesar, arrinconado, sus ojos hacia
el suelo, negar cuanto admitían sus jerarcas:
no era ‘comunista’, todo era inmensa
calumnia.
    Igual que su literatura, sencilla pero profunda,
lo fue también con su oratoria política,
pudiendo ganarse con increíble facilidad a los
desheredados, a cuantos andaban descalzos
por campos y ciudades.
    Cuando decía por radio una palabra que el
pueblo no comprendía, él nos la explicaba.
    Y conocimos lo que era ‘tutumpote’, ‘hijo de
Machepa’, ‘pescuezo largo’,...
    ¡Qué gran maestro de la política fue!
    En 1962 edita “Cuentos escritos en el exilio”.
    En Diciembre de ese mismo año es elegido
presidente de la República de manera
abrumadora, tomando juramento el 27 de
Febrero de 1963 para defender y hacer
cumplir la progresista Constitución que en
gran parte él había redactado.
Dominicana, pobre país abandonado en El
Caribe Antillano, comenzó a disfrutar la
verdadera democracia que nunca había
conocido.
    El pueblo, hambriento de libertad, la saboreó
de forma glotona, llegando a lastimarla
vergonzosamente.
    El profesor quería con ansias que la gente se
enamorara de la democracia y de aquella
bienhechora Constitución del ‘63.
    Empero, los enemigos del vuelo de la tijereta,
del esperanzador canto del ruiseñor,
igualmente de gaviotas y colibríes,
además de atardeceres, mariposas, y de la
mar, ésos que moran en tenebrosa oscuridad
en acecho constante,
no quisieron que el atormentado pueblo se
bañara de las luces que comenzó a caer cuan
lluvia pertinaz, y rumiando en noches
pesarosas, ellos conspiraban contra el canoso
gobernante de pausada voz.
    Y con la cruz y la espada, apoyados por
forasteros sin honor, dejaron caer su gran
odio cuan mazo gigantesco durante aquella
inolvidable madrugada del 25 septembrino de
1963 (como ladrones en la noche), aplastando
brutalmente cuanto en siete meses ya estaba
sembrado, a punto de cosechar.
    Y aconteció lo que nunca debió pasar: Golpe
de Estado contra presidente justo, honrado,
quien había jurado gobernar sin robar y
matar.
    La ignominia se hizo presente por toda la
República.
    Nos arropó la tristeza.
    Hasta las aves dejaron de cantar.
    Corrió por calles un silencio de muerte
mientras en buque se llevaban al destituido
gobernante impuesto por voto popular.
    Se dice: “con él se marchó la Constitución del
‘63 y que Ella fue lanzada en lo más
profundo del mar caribeño cuando lo
conducían hacia Guadalupe, isla francesa”.
    Fue uno de los poquísimos presidentes que
subió pobre al poder y bajó peor.
    La esperanza de mucha gente terminó.
Los sueños de Duarte volvieron a esconderse,
esperando nuevas oportunidades.
    Jóvenes del Movimiento 14 de Junio
protestaron contra los trogloditas golpistas.
    Los cavernarios, insaciable de odio y sangre,
mandaron sus mercenarios a garrotearlos,
encarcelarlos.
    Entonces, un hombre de gran valor,
atormentado hasta lo indecible por régimen
trujillista,
acompañado de decisivos valerosos
compañeros, subió a las escarpadas montañas
quisqueyanas para reponer al Gobierno de la
Constitución del ‘63.
    Enorme fue el sacrificio de esos grupos
esparcidos por el país. Algunos murieron
combatiendo por la dignidad de un pueblo
engañado hasta lo inimaginable.
Cumpliendo órdenes norteñas, varios fueron
salvajemente asesinados por sicarios,
esencialmente el inolvidable líder Manolo
Tavárez Justo.
    El ex presidente, quien iba convirtiéndose en
virtuoso latinoamericano, 1964, publica
“Bolívar y la Guerra Social”, “Crisis de la
democracia de América en República
Dominicana” y “David, biografía de un rey”,
y da los toques finales a su novela “El oro y
la paz”.
    Como todo buen artista era muy sentimental,
con inmenso amor al ecosistema, poseyendo
soledad de roca oceánica la cual lograba
contrarrestar con la dulzura cariñosa de doña
Carmen, encantadora dama que los dioses le
obsequiaron para templar su alma adolorida.
1965: llegó Epopeya del 24 de Abril para
reponerlo en el poder junto a Constitución del
’63.
    El pueblo insurreccionado tirado en calles,
pechos al viento, pasión en los cielos,
esperanza aullando en hambrientas bocas.
    Los estampidos sacuden ciudad.
Hay muertos por doquier. La sangre mancha
una vez más vías capitaleñas.
Pero por cada constitucionalista caído, varios
fueron quienes ocuparon su lugar.
La guerra ya casi estaba ganada por los
boschitas. Todo era cuestión de horas (¿?).
    Entonces, nuevamente llegaron los del Norte
a mancillar Patria duartiana.
    Y con sus tanques como montañas, morteros,
poderosos cañones, aviones, helicópteros,
dividieron así la ciudad: de este lado, con el
mar a sus espaldas, Caamaño y los
constitucionalistas; de este otro, con la
ancha y verdosa campiña detrás, los vividores
de siempre con sus pagados seguidores, la
cruz como estandarte sirviéndoles de apoyo.
    ¡Oh, pobre Jesús de Galilea, grande entre los
hombres, cuántas injusticias sus enemigos
han cometido en su nombre!
    ¿Hasta cuándo continuarán ellos burlándose
de tan virtuoso humano, creador del Sermón
del Monte?
Todo se derrumbó. La insurrección abrileña
se perdió, sin importar valentía demostrada
por sublevados, quedando honda y amarga
pena entre los desamparados.
    Los norteamericanos defienden sus amigos,
cuan igualmente sus intereses. Son expertos
en diplomacia de cañonazos.
    “¡Quien no esté con nosotros, está en
contra!”, afirman a los vientos del mundo...
    Aunque se trató de llevarlo al poder por
elecciones (1966), trabajándose mucho en
ello, muriendo diversas personas en caravanas
y asechanzas, haciendo el profesor la
promoción desde su morada, su vida en un
hilo, el veredicto de tan desigual contienda ya
había sido dada en aquel gran edificio de
cinco lados llamado el Pentágono.
    Y ganó el que anhelaban los gringos. Y
continuó con más crueldad la cacería de los
ruiseñores.
    La tormenta había empezado. Doce años
duraría.
    Entretanto, el ciudadano ejemplar partió para
España y Francia. Viajó por algunas naciones
asiáticas de donde saldría el libro “Viaje a los
Antípodas”.
    Sus interesantes ensayos “Composición
social dominicana, “De Cristóbal Colón a
Fidel Castro” y “El pentagonismo: sustituto
del imperialismo”, escribió durante esos años
de auto exilio.
    Mientras, la Universidad de los Andes,
Venezuela,1967, editaba sus apuntes acerca
del arte de escribir cuentos con el rótulo
“Teoría del cuento”, ganando un premio en
Madrid (1968), por su obra “En un bohío”.
    En 1970 retornó a Santo Domingo y publicó
“Composición social dominicana” y varios
folletos para la capacitación del partido que
dirigía, el PRD.
    Durante tres años, luchando duramente
contra sectores internos de su organización
política, tomó la firme decisión de irse del
PRD en 1973, y con pequeño grupo de
seguidores fundó al denominado ‘Partido de
la Liberación Dominicana’, PLD.
    Afirmó que tomó tal decisión para poder
cumplir con las ideas de Duarte y los
Trinitarios.
    En 1974 puso a circular ‘Vanguardia del
Pueblo’, periódico semanal al servicio de la
nueva entidad política.
    “El oro y la paz”, novela que fue escribiendo
lentamente con el paso de varios años y con
mucha corrección, la publica en 1975.
    Durante ese mismo año le conceden el
Premio Nacional de Literatura ‘Manuel de
Jesús Galván’.
Roma, Enero, 1976, preside la tercera y
última reunión del Tribunal Rusell II.
En ese año obtiene el Premio Nacional
de Novela con “El Oro y la paz”.
Además, por primera vez publica en el país
“El Napoleón de las guerrillas”.
1979: fue muy interesante aquel hermoso
encuentro entre escritores de renombre
cuando él cumplió 70 años. Gabriel García
Márquez, Pedro Mir, Nicolás Guillén,
Virgilio Díaz Grullón, Regis Debray, Miguel
Otero Silva, Maldonado Denis, Julio Le
Riverand, y otros destacados intelectuales
nacionales e internacionales compartieron
su alegría.
Durante ese mismo año publicó un folleto
relacionado a la Insurrección de Abril, y
varios más sobre política
    Su PLD se iba desarrollando con lentitud. Él
deseaba, oh ilusión de poeta, que los
militantes de esa organización templaran su
carácter político con el estudio, de esa manera
serían sobrios y honrados para servir al
pueblo, nunca a ellos.
    Además, él conocía que las personas
miraban a los peledeístas de reojo pues
comprendió que se dieron cuenta de
que sus seguidores actuaban de forma
extraña, como jamás habían visto en
afiliados de partido alguno.
    Y supo que les pusieron “gentes de logia”,
cuan manera de distinguirlos de los demás.
El ciudadano ejemplar rió con esa frase,
pero poquísimos ciudadanos sabrían la razón.
Por buen tiempo así fueron llamados.
Él aconsejaba a sus compañeros de que no
se molestaran por tal expresión, sino que se
sintieran orgullosos: eran diferentes; luchaban
por sacar a Dominicana del atolladero en que
malos políticos la habían conducido.
    En las elecciones del 1982, participando en su
segunda contienda con ese partido, su morado
PLD consigue obtener sus primeros
diputados, logrando captar el 10% de la
votación general.
    Él se sintió contento porque esa organización
estaba madurando en la conciencia del
pueblo. Empero, se dijo que deberían de
laborar con más tenacidad.
Interviene durante el indicado año en un
encuentro de intelectuales llamado ‘Diálogo
de las Américas en México’.
Publica en 1983 “El partido: concepción,
organización y desarrollo”, igualmente
“Capitalismo, democracia y liberación
nacional”.
1984: el Consejo de Estado de Cuba le
condecoró con la Orden “Félix Varela“,
Primer Grado, y la medalla ”Alejo
Carpentier”.
Asimismo estuvo como invitado especial de
la Cultura de Origen Caribeño celebrado
en el Santiago cubano.
Fue hombre con gran vocación de servicio.
Le agradaba en demasía enseñar.
Por eso fue distinguido maestro y profesor.
En 1985 editó “La pequeña burguesía en
la historia de la RD” y ”La fortuna de
Trujillo”.
    Siempre se ha dicho que el real cimiento de
su pensamiento debemos buscarlo en sus
textos, esencialmente los literarios.
    En aquellas elecciones de 1986 el PLD logra
obtener dos senadores y 16 diputados,
llegando a conseguir el 19% de la votación
nacional.
    Publica “El capitalismo tardío en RD” y
“Máximo Gómez, de Montecristi a la gloria”.
    Un par de años después, 1988, dicho partido
escoge al boschismo como su teoría.
    El gobierno cubano le condecora con la orden
de José Martí, la más alta distinción de esa
nación.
    Obtuvo el premio al mejor libro de cuentos
extranjeros de la Fundación FNAC de París,
por “Vers le port d’ origine”.
    Edita “Textos culturales y literarios”, “Las
dictaduras dominicanas”, “Póquer de espanto
en el Caribe” y “33 artículos de temas
políticos”.
    Caramba, como son las cosas, su gran
enemigo político, el Dr. Balaguer, por motivo
de cumplir el ochenta aniversario su gobierno
le otorgó aquel 1989 la orden de Duarte,
Sánchez y Mella, alta condecoración
reservada para Jefes de Estado.
    Publica “El PLD, un partido nuevo en
América” (¿otra ilusión de su formación
poética?).
    Y llegó el 1990 con su proceso electoral. El
profesor fue de nuevo candidato presidencial
por su organización, la cual había crecido
enormemente en el seno del pueblo.
    Se considera que él ganó esa discutida
contienda, mas, igualmente que aquel
1966, el caudillo Balaguer se quedó con
la ‘silla de alfileres’.
    De nada valieron diferentes protestas que
se hicieron por respeto a la denominada
‘voluntad popular’.
    Con el transcurso de semanas él se fue
quedando solo. Aquellos de su partido que
fueron electos para senadores, diputados,
síndicos y regidores, lentamente (algunos un
poco cabizbajos, otros dizque ‘rabiosos’ y
maldiciendo, puños en alto) iban ocupando
sus puestos para cobrar lujosos sueldos por
cuatro preciosos años.
    Una vez más nuestro ciudadano ejemplar fue
estafado.
    Era un artista metido en nuestra desgraciada
política vernácula.
Por eso sufrió diferentes clases de traiciones
que son difícil enumerar.
    Pero en el fondo, hombre sabedor de la
Biblia, se sospechaba que él conocía con
quienes trataba. Y eso hizo que sufriera
menos, quizá riéndose para sí cuando se
juntaba con ellos y les oía hablar sus
frases patrioteras.
    Cierto, es posible que conociera a quienes
se comportaban cuales fariseos.
Tal vez ninguno lo engañaba.
    Puso en circulación, 1991, “Breve historia de
los pueblos árabes”.
    Fue gran admirador de los misteriosos
Etruscos, extraña gente que dominó la
península itálica y cuya civilización influyó
grandemente en futuro Imperio Romano.
    Él amaba la política.
    Ansiaba servir a su pueblo, verlo educarse,
ganar el sustento, contemplarlo sonreír.
    Deseaba levantar al sufrido querido hijo por
encima de su cabeza.
    Sin embargo, sabía que los norteños y
ensotanados no le permitirían retornar al
poder nuevamente. Y de esa manera
aconteció implacablemente.
    En 1994 vuelve a presentarse como
candidato porque así se lo pidieron casi de
rodillas ciertos ‘compañeros’ en nombre de
la inquietante militancia peledeísta.
    Se dice que no debió ir a tal contienda
pues esa participación fue algo humillante
para un hombre de su esplendor.
Pero así es el pueblo: intuía que los
poderosos, igual que antes, no le dejarían
ganar, y en masa votaron por el antiguo
discípulo, Dr. Peña Gómez, a quien le
sucedió algo parecido a él.
    Y el admirado profesor, tal vez hastiado y
cansado de nadar contra fortísima corriente,
también por enfermedad relacionada con
vejez, decidió dignamente retirarse de
manera definitiva de actividades políticas.
    Durante ese 1994, en su Quinto Congreso,
el PLD lo declaró Presidente Ad Vitam,
equivalente a ‘presidente de por vida’.
    Ese mismo año el Congreso Nacional,
de forma unánime, lo declara “Maestro de
la Política y Gloria Nacional”.
    Le fue muy agradable a nuestro ciudadano
ejemplar que su queridísima esposa, 1995,
presentara “La eterna Eva y el insoportable
Adán”, obra teatral de la autoría de doña
Carmen.
    Cuando cumplió su 86 aniversario lo
celebraron jubilosamente quienes lo
quisieron, pero también algunos de sus
adversarios, esencialmente el presidente
Balaguer, Jacobo Majluta, Peña Gómez,...
    Dicho homenaje se lo efectuaron poderosos
personajes de la nación. Tal vez lo hicieron
porque sabían que políticamente ya él estaba
liquidado, vencido por las traiciones y el
tiempo, preparando ellos el momento para
utilizarlo de acuerdo a circunstancias.
    Y llegó aquel 1996, otro año de elecciones
porque extranjeros le quitaron dos a Balaguer
de los cuatro que obtuvo en la contienda
contra el ‘máximo’del PRD.
    Confieso que a mucha gente nos dio pena ver
al ciudadano ejemplar levantando los brazos
cuando conformaron el denominado ‘Frente
Patriótico’.
    Personas aseguran que a él lo llevaron
engañado, quizás endrogado, y sonreía, tal
vez vagando su mente entre la brumosa
penumbra de su cuento “Rumbo al puerto de
origen”, con el botecito meciéndose en la
mar en aquel triste crepúsculo y Juan de la
Paz tratando de sujetar a la paloma que
entre las aguas chapoteaba...
    El profesor luchaba por mantenerse en la luz
con esa sobriedad que siempre le caracterizó.
    La oscuridad era su poderosa enemiga.
Iba estallando en su interior una guerra sin
cuartel.
    Por el cumplimiento de sus 89 años, 1998, se
realizaron festejos durante algunos días.
Pero cuanto mucho agradó fue la lectura de su
texto “La guerra de la Restauración” por
variadas personalidades.
    En esas celebraciones participaron diferentes
conjuntos artísticos.
Fidel Castro lo visitó en su residencia.
En esos días, con la misión de promover la
gran obra del escritor-político, familiares y
amistades proclamaron una fundación que
llevaría su nombre.
    El ilustre hombre fue cayendo de manera
paulatina entre sombras. Duraba más en la
siniestra penumbra que en divina luz.
    Un inmenso luchador iba perdiendo la
contienda.
    En los meses que pasaban lo llevaban de
hospital a otro, incluyendo su amada Cuba.
    Y así fue pasando el tiempo, recluido en su
morada o en blanquecinas habitaciones
sanatoriales.
    Pero eso sí: la adorada esposa no se apartaba
de su lado. Inmenso amor los unía.
    Y aconteció lo que numerosos, apenados,
esperábamos.
    Vino la parca en la madrugada de aquel 1ro
de Noviembre del 2001 a llevárselo para
su mundo abstracto, misterioso, muy difícil
de interpretar.
    Había cumplido su ciclo vital con 92 años de
utilísima existencia.
    Por tan funesta noticia, Dominicana quedó
paralizada, realmente conmovida.
    La tristeza se paseó silenciosa por las
comunidades quisqueyanas.
    Declararon tres días de duelo nacional.
    Había fallecido el gran literato e idealista,
inmenso duartiano, vástago del matrimonio
entre albañil español y dama borinqueña.
La nación recibió condolencias de muchas
partes del mundo.
    Algunos directivos de la organización morada
deseaban sepultarlo en la capital, pero el
profesor ya había pedido que lo hicieran en
La Vega, su ciudad natal, “a la vera de un
camino para escuchar las pisadas del pueblo”.
    Su cadáver fue llevado a varios sitios antes
de ser conducido al lugar del reposo final.
Hubo canciones populares durante su velorio
porque así él lo exigió. Con frecuencia se oyó
‘La Gaviota’, su bella criolla.
    Le hicieron guardia de honor, diplomáticos,
militares, políticos ...
    Las instituciones golpistas, aquéllas que lo
derrumbaron en 1963 y que nunca se han
arrepentido de tan horrible acción, efectuaron
gala de simulación por tan enorme pérdida, y
aprovecharon la ocasión para beneficiarse.
    Muy cierto es: cambian de acuerdo a las
circunstancias. Son reales camaleones.¡Saben
salirse con las suyas!
    Se asemejan a víboras llenas de odio,
alimentadas por el oportunismo,
continuamente arribistas, peligrosas en
extremo.
    Cuando llevaban al difunto profesor hacia
La Vega, capitaleños lo despidieron con
flores, conmovedores lamentos y sinceros
adioses con pañuelos de variados colores.
    Es que en lo más profundo de sus conciencias
ellos conocían que habían perdido un justo
varón, verdadero guerrero por conducirlos
a la decencia espiritual y material, asimismo
para sus semejantes.
    Vinieron delegaciones de varios países a
despedirlo. Incluso de algunos (Puerto Rico,
Cuba, Venezuela, España) porciones de
tierra trajeron de ellos para echarlas
alrededor de su sepulcro.
    Numerosos humildes dolientes, ‘hijos de
Machepa’, se agruparon a lo largo de la
autopista Duarte para ver pasar el carro
fúnebre, el cual era seguido por una larga
caravana de vehículos.
    Y ya en La Vega, llenando las calles los
comprovincianos del insigne hijo extinto,
fue llevado a la Catedral donde el cardenal
López Rodríguez presidió una prolongada
ceremonia, diciendo en la homilía virtudes
del distinguido profesor.
    Pero el atardecer de aquel día 2 de Noviembre
había partido cuando lo condujeron a sepultar
en el viejo Cementerio Ornamental.
    Y así fue inhumado, de noche, prácticamente
con rapidez, cuan los directivos del partido
morado tal vez no planificaron.
    La bella canción entonada por el gran
cantautor Manuel Jiménez nos arañó el alma.
    Personas afirmaron que al difunto maestro
quisieron ocultárselo al pueblo vegano, que
bien pudieron dejarlo expuesto toda esa
noche para que lo despidieran cual él se
merecía, un vástago ilustrísimo de La
Vega, quien con sumo orgullo había
sugerido ser enterrado en su nativa ciudad.
    Empero, los denominados ‘discípulos’ no
son complacientes: son gentes de actuación
extraña, la mayoría no tiene la humildad
del maestro.
    El ex presidente Fernández estaba ansioso
por pronunciar su panegírico, de figurar en
el capítulo final.
    Se asegura que ‘rey muerto, rey puesto’.
    Y así se hizo.
    Aquel ser de luz fue sepultado con la
lobreguez.
    ¡Qué triste!
    Pocas veces se ha visto que un hombre de
tantas virtudes, quien todo lo dio a cambio
de nada, lo inhumaran de tal manera,
cuando lo esencial era realizarlo en pleno
cenit del día.
    Poco tiempo después visité su tumba en
atardecer silencioso, solitario, muy gris.
    Confieso que me hallaba emocionado.
    Contemplé flores que hermoseaban el
sepulcro, nombre, fechas, escultura de la
gaviota, cuanto allí estaba.
    Realmente me encontraba en un instante
crucial de mi existencia taciturna, así percibí.
    Un dedo puse sobre la fría sepultura. Me dije
que ahí estaba el final de todo humano, bueno
o malo para sociedad.
    Alcé mi vista al firmamento, como buscando
explicación hacia lo desconocido. Mas...
ninguna me llegó. Todo en mí hallábase
estático. Era forma de autómata humano.
Y de tal manera estuve varios segundos.
De repente, desde la profundidad del cosmos
vínome iluminación que llenó mi corazón,
conciencia, el alma entera Fue especie de
revelación. Por eso lo relato aquí. No tengo
que mentir.
    Y es que la vida es así, misteriosa.
    No sabemos de dónde vendrá cuanto
deseamos conocer en breve momento.
    En esa ocasión, mientras mi vista se perdía
entre el laberíntico grisáceo cielo, me llegó
de Bertol Bretch, lo siguiente:
“Hay hombres que luchan un día y
son buenos; hay otros que luchan
un año y son mejores; hay quienes
luchan muchos años y son muy
buenos; hay unos que luchan toda la
vida, esos son los imprescindibles”.
Muy cierto es, don Juan Emilio Bosch
y Gaviño, 1909-2001, combatió toda su
existencia para bien de los demás.
    Era gran humanista.
    ¡Fue real ciudadano imprescindible!

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