'EL PAN'
Por: Bernot Berry Martínez (bloguero)
Está oscureciendo. Vaya que sí.
Pero hoy, hermosa verdad cual vuelo de
mariposa,
parándome frente a tibia repostería
centellante de luz,
me vuelven profundos deseos vividos en mis
entrañas desde antes de nacer.
Y añoro entrar allí dentro,
sin que me vean,
en la fábrica de manjares,
para hacer realidad --¿por qué no?--
ese ansiado pan,
sueño eterno del gentío
mirador del cosmos,
hornearlo,
su aroma despertando oxidadas conciencias,
y humeante aún llevárselo a Dios,
ponérselo a su diestra,
y con celestial lenguaje manifestarle:
“Señor, aquí tiene este maná,
si lo anhela, multiplíquelo por
favor al infinito, para luego,
como hizo en otrora ayer,
lanzarlos cuan lluvia pertinaz
sobre los que siempre están
suplicándote, atisbando,
aguardando verlo entre las
nubes”.
Me quedo tranquilo.
Sé que todo es ilusión.
No puedo hacer el pan,
tampoco llevarlo arriba,
ni ponerlo frente a Él,
ni zarandearlo para que realice billones
del modelo.
Encima de mi cabeza escucho aleteo de ave
nocturna.
Susurro: “¡grande es mi pesar!“
En eso contemplo niños descalzos,
de incierto futuro,
detenidos frente a repostería...
Llega apagón. Se oscurece más el pueblo.
Oigo vidrio romperse, chillería de infantes,
adultos gritando.
Casi río imaginando lo sucedido: han roto
vidriera, cargan con cuanto hacen allí.
Durísimo es hambre que reflejan rostros.
Pasan por mi lado llevando manjares,
comiéndolos deprisa,
huyendo de hombres que
tratan de atraparlos.
Sonriendo cual travieso niño,
tras ellos me voy.
Entre penumbras observo
perseguidores irse
deteniendo, recogiendo
cuanto a huidores se
les ha caído.
Entonces, mandando a la
porra reprimidas
ansias, sentados en calzada,
glotonamente
se ponen ellos a comer
lo que fabrican y
no pueden ingerir.
Yo, caminante de tribus idas,
me agacho,
recojo pedazo de bizcocho,
y mientras sigo andando,
saboreándolo,
pienso que en cualquier
instante se alzarán
los muertos,
apartando tinieblas
con hermosas teas,
dando paso a nuevo
esplendor.
Cierto:
ese día el Túnel al Pasado
sucumbirá,
y viendo cielo grisáceo
desplomado,
ciudades fantasmas,
comprenderemos que
somos dioses.
NOTA: de mi poemario "Más allá de la esperanza", texto registrado en la Oficina de Derecho de Autor (ONDA), como manda la Ley 65-00.
0 comentarios