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Bernot Berry Martinez (Turenne)

'A DON ELIAS BOBADILLA REJINCOS

 

Manifiesto Público:                        

 

Por: Bernot Berry Martínez     (bloguero)

 

    Usted conoce bien --es hombre graduado en la mejor universidad del mundo: la de la vida-- que existen hombres que nunca han corrido en contra de la corriente política, principalmente si ésta es tiránica como la fue la del criminal Rafael Trujillo Molina (‘Chapita), quien durante unos 31 años mandó con puño de hierro la República Dominicana. Estos seres jamás fueron perseguidos, torturados, allanadas sus moradas, asesinados, etc., viviendo tranquilos, muchos trabajando en sus distintas profesiones o en altas posiciones del gobierno. 

    Hoy, si se hallan vivos, hablan de política con esa jactancia que caracteriza al individuo cobarde, acechador, calié, mentiroso, buscador de honras y prebendas. Cierto, son sujetos deshumanizados los cuales han obtenidos y poseen actualmente hasta altas posiciones en nuestra vernácula politiquería. Usted conoce bien a muchos de ellos, es persona observadora que no olvida nombres y apellidos pero que perdona a consecuencia de que es hombre superior, fuera de serie, un ser venido aquí tal vez de lejana estrella para ayudar a tantas gentes que se nos hace imposible numerarlas de manera aproximada.

    Don Elías, y lo informo de todo corazón que para mí usted se encuentra en un lugar cimero de nuestra confusa sociedad. De veras siento una inmensa admiración por cuanto ha realizado, por traernos cierta tranquilidad espiritual, aunque para conseguirla tuvo usted que pasar grandes sacrificios, vicisitudes, atropellos, torturado, detenido en variadas ocasiones, jugándose la vida en aquella rebelde juventud que tuvo.

    Bueno, no voy a colmar demasiado en esta especie de manifestó público que me he atrevido a efectuar antes de que nos llegue la parca a cualquiera de nosotros, ya que somos un par de envejecientes y que de seguro la afrontaremos con esa dignidad que siempre nos ha caracterizados, usted mucho más que yo.  

    Don Elías, aunque no lo desea y me perdona, pienso que usted debería ser reconocido en algún acto público ahora que aún se encuentre entre nosotros. Lo digo con toda sinceridad. Demasiados estafadores y fingidores se han nutrido de cuanto se han inventado. Usted es un hombre de luz, verde como la esperanza, jamás un oportunista sinvergüenza.

    Por tanto, don Elías, le doy gracias por haberle conocido, por tenerme como un cercano amigo, por haber estrechado sus bondadosas manos en distintas oportunidades y que a numerosas personas socorrieron en variadas oportunidades y que cuanto a ciertos de ello necesitó –oh mundo-- le volvieron la espalda como si nunca lo hubiesen visto.

     ¡Ojalá que esta petición no caiga en oídos sordos!

                        

 

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