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Bernot Berry Martinez (Turenne)

'ESOS RESENTIDOS'

      

 

             Por: Bernot Berry Martínez

 

    Los resentidos son seres que guardan un poderoso rencor contra la sociedad. Regularmente pueden ser peligrosos, ya que son perseverantes maniáticos en lograr su objetivo. Poseen un estilo sumamente oportunistas, arribistas y trepadores. Están considerados capaces de encaramarse hasta por paredes muy grasosas. Toda su finalidad es alcanzar el anhelante propósito de vivir con gran comodidad, ser reales triunfadores, jamás ‘perdedores’ como les llaman a quienes no actúan iguales a ellos.   

    Los resentidos se hallan en todos nuestros estratos sociales. Los hay en ambos sexos. Se hallan preparados para realizar hasta lo imposible por elevarse en nuestra compleja sociedad, sin importarles quienes caigan. La lucha entre ellos es ferocísima, peor que la de lobos hambrientos. Se conoce que sus mujeres, aunque algunas nunca lo hicieron, con frecuencia se revuelcan hasta en sus propios lechos matrimoniales con ciertos jefes políticos o empresarios, esto con la finalidad de que sus maridos suban de posición económica y social. Es más, ahora sabemos, confirmado por técnicos de laboratorios en ADN, que bastantes muchachos que con orgullo los sinvergüenzas resentidos criaron como suyos, realmente no los son, sino de sus señores amos, también de cercanos amigos. Actualmente ciertos historiadores afirman que el asesino y ladrón, el dictador Trujillo, dejó más de 80 hijos diseminados por el país. Lo mismo hicieron numerosos de sus compinches.

    ¡Qué infelices viven los resentidos! Habitan un absurdo mundo de fantasías. La mayoría poseen tendencia alcohólica, igualmente sus mujeres. Algunos de tales rencorosos beben muchísimo, tratando de espantar esos fantasmas que laceran sus mentes a consecuencia de sus maldades. Empero, son cadáveres sociales, no pueden con el peso de su penosa situación. A veces, algunos, socavados por la presión de su interioridad, hastiados y avergonzados de cuanta mucha gente sospecha, con el cerebro arrebatado por una sustancia narcótica, escogen aquel camino sin salida, tratando de escapar a su espantosa realidad. Y se aniquilan como lo realizan los cegatones alcatraces. Sí, varios llegan a destacarse escalando posiciones cimeras, pero sin hallarse preparados para ejercerlas. Sólo hay que observar a nuestro espacio político. ¡Diantre, cuántos funcionarios orejudos, arrogantes y ‘golondrineros’. La ineptitud corroe a Dominicana. Este gobierno está repleto de holgazanes y de zánganos, vividores de nuestros trabajadores.

    Los resentidos no son leales a nadie, ni siquiera a quienes alimentan a su familia, dándoles educación, consiguiéndoles viviendas y vehículos, asimismo esos holgados trabajos con secretarias de hermosas piernas y abultados traseros, siempre sonriéndoles, y quienes se les entregan semanalmente encima de sus propios escritorios, guardando en sus corazones cualquier forma de pudor delante de sus maridos e hijitos.

    Los amargados resentidos no tienen amigos. Les carcome la envidia. Su arma predilecta para combatir es la traición. Aunque esos cadáveres sociales acuden con frecuencia a las iglesias, católicas o protestantes, todo es puro simulacro. La mayoría sufre de impotencia, ingiriendo inútilmente variados productos contra esa imposibilidad. Sus mujeres los relajan con sus amigas y amantes. A ellos les encanta exhibir una pistolita entre sus cinturones, dejando que se vea un poco la culata, formando parte de sus vestimentas ya que sustituyen al diminuto machete conuquero de sus ancestros. Se creen muy envidiados. Aunque alardean de ser vanidosos, en el fondo padecen de inferioridad. La bajísima mediocridad de ellos los conduce a llorar frente al espejo, dándose cabezazos. Y como no se atreven a buscar ayuda porque se hacen creer perfectos, acaban atrapando in fraganti a sus esposas con sus mejores amigos, haciendo sexo fuerte, gozando su mujer bárbaramente. Entonces, con su mundo ya derrumbado, terminan matándolas, también a sus amantes, y por último se pegan un tiro en su cerebro desquiciado.

    

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