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Bernot Berry Martinez (Turenne)

UN ROMANTICO PERDIDO EN EL TIEMPO

 

Por Bernot Berry Martínez (bloguero).

 

Han ido pasando los años llevando sobre mi conciencia algunas equivocaciones que deseaba relatar, darlas a conocer de manera sencilla, pues siempre he pensado que no se deben mantener arrinconadas, perdidas en el tiempo ciertos graves asuntos que quizás a todos nos han ocurrido. Y no fueron políticos, como tampoco de bravura hombruna en esta sociedad considerada en aquel entonces muy machista.

No, lo nuestro, sin ruborizarme, fue el haberme enamorado de jóvenes de una clase un poco más alta a la nuestra. Repito que fue un lamentable error de mi parte, ya que las clases sociales, en cualquier parte del mundo, no se suicidan, esencialmente cuando las jóvenes se hallan dirigidas por soberbias madres que anhelan lo mejor para sus hijas. Y ellas tienen toda la razón: buscan el bienestar para sus queridas descendientes, jamás lo contrario.

Y aunque luché fuertemente por ganar sus amores, a veces algo demencial, las madres ideaban la forma correcta de mantener la mar tranquila cuando percibían que las aguas se agitaban alrededor de sus muchachas. Y pudo ser que éstas llegaron a quererme un poco, pero las llamas del amor no pudieron crecer porque sus progenitoras las extinguieron a tiempo, ayudadas por seres con rencor hacia mí.

Realmente las madres ganaron aquellas guerras sin cuartel y duraderas. Ellas obtuvieron para sus hijas cuanto deseaban: estudios, matrimonios, nietos, etc., pero jamás lograron la felicidad de sus hijas. Hoy se hallan divorciadas, amargadas, sin esperanzas, y nosotros estamos más o menos como en aquel triste ayer en el cual el desamor por poco acaba con nuestra existencia.

Actualmente esta sociedad no es como la de antes. Ha cambiado una barbaridad. Hoy todo es más fácil en cuestiones del amor, sexo, parrandas, etc. Las jóvenes no respetan a nadie. Amanecen con cualquiera en algún burdel barato. Ya nada es como en el pasado. Las drogas han vencido a las tristes madres que anhelan ver felices a sus hijas. Y no me alegro por eso. Al contrario, me siento en parte culpable de pertenecer a una generación frustrada por culpa de aquel infame Golpe de Estado a don Juan Bosch.

¡Mil veces malditos sean quienes lo hicieron!

NOTA: Quiero aclarar que cuando estuve en la Marina de Guerra, hallándome en la Planta de Transmisores en Maimón, por Villa Duarte, hubo una joven, hija menor de un Capitán de esa institución. Vivían por dicho sector. Ella me llegó a lo más íntimo. Me saludaba con mucho entusiasmo cuando pasaba en el carrito verde de su progenitor con sus hermanas para la escuela. Conversábamos por teléfono casi todos los días. El padre era muy liberal, algo muy distinto a Macorís, en donde los cocolos, árabes, españoles, italianos, etc., educaban a sus vástagos con una educación acerada: a puro golpes. Era y es un pueblo de fascistas. Es terrible y chismoso, tal vez el más peligroso de Dominicana por los calieses que tiene desde que Trujillo lo llenó con gente de San Cristóbal.  

Empero, volviendo a la inolvidable joven de Maimón, aconteció que obtuve un par de días de licencia para ir a Macorís. Realmente deseaba hacerlo, ver a mis padres, esencialmente a mi querido papá que estaba enfermo del corazón, internado en el hospital San Antonio. Entonces sucedió que le dije a un sargento estúpido, del SIM, que iba a mi pueblo a ver a mi padre enfermo, que si ella llamaba le dijera cuanto le informé. Pero aconteció que la joven llamó y el sargento se destapó a decirle disparates, grandes mentiras, de que yo tenía novia en Macorís, mujeres por funda, que lo de mi padre enfermo era un cuento y muchas cosas más. Cuando regresé y el sargento me contó que había llamado y hablaron un buen rato, la llamé, sin embargo ella no quiso dialogar conmigo. Lo hice varias veces en los días siguientes y nada. Cruzaba en el carrito verde y viraba el rostro, dándome a entender que no quería nada conmigo. Y así fue. Todo se derrumbó por culpa de cuanto le manifestó ese charlatán, creyendo tal vez que me hacía un favor si le daba celos. Él jamás pudo imaginarse que todas las féminas no son iguales, como tampoco los hombres.

Siempre he sido un romántico. Y por eso con regularidad pienso en la joven del carrito verde. No obstante, todo eso pasó, eran otros tiempos. Lo que siempre he anhelado con sinceridad es que ella fuera muy feliz, una profesional, con buen esposo, hijos, nietos,…             


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