Blogia
Bernot Berry Martinez (Turenne)

"LA MISION DE JAIMITO" (Novela)

                                           

Por: Bernot Berry Martínez   (bloguero)     

                

ESTA OBRA SE HALLA REGISTRADA EN LA OFICINA NACIONAL DE DERECHO DE AUTOR (ONDA) COMO MANDA LA LEY 65-00, DE LA REP. DOMINICANA.                                 

                                                                                                       

Introducción del narrador:

   

     La narrativa que usted leerá es una historia ficticia. Su escenario fue tomado en gran parte del barrio La Aurora, de San Pedro de Macorís, República Dominicana, y sus alrededores, a mediados de un mes cualquiera, varios años atrás, cuando todavía las lavadoras automáticas no habían invadido casi súbitamente los hogares macorisanos.     

     La hemos llevado a cabo como un homenaje al jovencito Jaimito, quien por su modo de actuar dejó una estela de luz para seguir ahuyentando las tinieblas que traen el egoísmo, simiente de los males del hombre a través de los siglos. 

    Con el presente trabajo también homenajeamos a los muchos que como él, sin reconocimiento de sus nombres, en una u otra forma contribuyeron y actualmente colaboran en hacer de nuestro mundo un lugar más habitable a todos sus seres vivientes, no importa especies, pues todos tenemos el mismo derecho de habitar este hermoso y sufrido planeta Tierra.                                                                           

 

    NOTA: Para dar mayor realismo a esta obra, y pedimos excusas por ello, aproximadamente sus diálogos están escritos como la mayoría de los macorisanos hablamos.  

                                                                                                                                              

    

                               "LA MISIÓN DE JAIMITO"

                                Capítulo No.1

 

     En el patio de su casa la lavandera Manuela se hallaba restregando una ropa durante aquella taciturna tarde. Dejó su lavado para decirse: "Hum, ¿qué cosa eta, eh? Mañana cumple Jaimito trece añito y yo deseo regalarle algo si, algo que quiera mucho si, eh... que sea de su agrado, porque eso de darle una cosa que no le gute, eso tá malo, pue’ hay que obsequiarle lo que ansía, si, eh, y por eso, por eso yo tengo que averiguarlo, preguntárselo a él si e’ posible, porque no quiero meté la pata no, eso nunca, sino lo contrario pa’ verlo felí, contentísimo, ya que Jaimito e’ un muchachito raro, trite, no tiene amigo, casi no juega, siempre pensando, pensando, Hum, ¿en qué tanto él pensará, en qué tanto él pensará?"

     La mujer volvió a su labor. El restregar originaba su peculiar sonido, mezclándose con los del ambiente: ruidos de carros, motocicletas, alta música de poderosos receptores,  gritería de niños,... Aunque ella tenía un marido que trabajaba en una factoría de la Zona Franca Industrial, lavaba para ayudar en la manutención del hogar.

     --¡Bendición mai! --dijo una voz de mozalbete, haciendo que la lavandera dejara su trabajo y sonriendo, secándose las manos en su vestimenta, respondió --: "Dió te bendiga, hijo, Dió te bendiga". Y pasándole la diestra por los revoltosos cabellos le preguntó que en dónde había estado.

     --Por ahí, mami, mirando vidriera de ferretería, mirando vidriera de ferretería.

     -- Hum, ¿viendo vidriera de ferretería, Jaimito? --la lavandera le agradó escuchar lo expresado por el adolescente--.

     -- Sí, mami, contemplándola. ¿Y Sabe una cosa, eh? En una d’ella yo he vito un  asunto lindo, chulísimo, que parece  cosa  del cielo --el muchacho había caminado unos pasos con la mirada  perdida mientras su madre  lo vigilaba  atentamente, y  porque  la curiosidad comenzaba a molestarla le interrogó--: "¿Cosa del cielo, hijo? Hum, ¿qué cosa vite, ah? Díme, quiero saberlo, conocerlo". El jovencito la miró un instante. Sus ojos negros poseían un encantado brillo cuando le manifestó: "Eun tamborcito, mami, un tambor, un redoblante". La mujer sonrió. Ella se notaba contenta al preguntar: "¿Un tamborcito, hijo? ¿Uno d’eso de hojalata, eh?" Pero el muchacho le respondió que no era de hojalata, que era uno de..."¿Y te gutaría tenerlo, ah?”, preguntó la madre, interrumpiéndole. Jaimito le contestó que sí, que eso sería fenómeno pues el mismo debería de sonar tremendamente hermoso.  

     --¿Entonce, eh, te guta ese tamborcito, hijo? --Manuela lo agarró por los hombros, contemplándolo con ternura. En eso el mozalbete bajó la cabeza para responder--: "E’ que no e’ un tamborcito, mami. Mire, euno grandecito, parece de verdá, parecío a lo que usan la banda de música, cierto, muy parecío a lo que usan la banda de música".

      --¿Pa’ tocá merengue, hijito? --Jaimito volvió a caminar. Su progenitora le observaba, oyéndolo decir que ella no comprendía, que es un tambor semejante a un verdadero -- "Mire, e’ un redoblante chulo, bonito, con su  palito pa’ tocarlo y una correa pa’ colgarlo. ¿Uté ? Uno se lo coloca aquí, tocándose así: trá-tá-tá-tá-tá-tá-tá..."

     La mujer se puso seria contemplando a su  primogénito haciendo la mímica de que tocaba un redoblante, marchando al compás. Enseguida él, sonreído, deteniéndose frente a ella expresó: "¿Se fijó, mami? E’ un tremendo tambor chuloso. ¡Ay, cuánto me gutaría tené uno así, cierto, cierto, cuánto me gutaría tenerlo conmigo!". 

     -- ¡Pero debe cotá una barbaridá, Jaimito! --señaló ella con seriedad,  el rostro preocupado--.                                                           

     El adolescente le contestó: "Eh, eh, un poco que uno de hojalata, mami, un poco ".

     -- Hum, me huele a mucho cuarto ese tambor si, ya que aquí to’ e’ carísimo y el pobre no puede tené , ni siquiera ilusione. Bueno, pero  vamo  a  vé qué  dice  tu  pai. Ya debe vení por  ahí. , ya son de la cuatro, ya son de la cuatro

     --¡Dígale que me lo compre, mami, dígaselo, dígaselo por favor!

     -- Bueno, sabe lo jodón que e’ tu pai. Pero vamo a lo que  dice, vamo a cuanto dice ese hombre sobre comprarte el tambor.

     El jovencito volvió a repetir lo anterior, agregando esta vez que su padre nunca le compraba nada, y que ganaba mucho en la zona ("así lo asegura él, así lo asegura") Y escuchando a su vástago la madre sintió gran pena. Empero lo apoyó afirmando que eso era cierto, que su progenitor era de esa manera, siempre dándosela con la gente. No obstante le recordó al hijo que ese día pagaban ("hoy e’ vierne de pago, ya veremo cómo se porta") Y nuevamente le repitió el muchacho lo mucho que le agradaría poseer el redoblante mientras la abrazaba con efusividad. Ella otra vez le acarició la cabeza, miró al cielo y susurró una  ayudita del Altísimo. En ese instante sonó el silbato de un buque mercante anunciando su partida del puerto macorisano. 

     --Mami, ¿uté cré que papi me lo compre, ah? --el mozalbete hizo la interrogación elevando su vista hacia la  cara de su madre, contestándole ella --: "Te dije que le hablaré, pero no puedo asegurarte que te lo comprará no, eso no puedo hacerlo" Y Jaimito, con voz débil, tímida: "Eh, ¿y uté no tiene cuarto pa’ comprármelo mami? Y ella: "¡Ay hijito, si tuviera dinero te lo compraría enseguida, ahora mimito iríamo a bucarlo!". Y el adolescente, retrocediendo unos pasos, cabizbajo, manifestó: "¡Caramba, qué trite, ni un tamborcito puedo tené yo, ni un tamborcito!" La lavandera se estremeció. Con voz emocionada le informó que recordara que eso era caro, preguntándole el costo, respondiendo el vástago que no lo había hecho, pero que eran de imitación, parecidos  a los que usan las bandas de música como ya  le informó. "Eh, oiga, quisá no son muy bueno y se rompen pronto".

     --Debite averiguarlo, así se lo digo a tu papá si me lo pregunta. ¿No lo pensate, ah?

     -- Bueno, eh, si le pregunta el precio dígale que cueta un poco má de cuatrociento, de cuatrociento peso.

     La lavandera se alarmó un poco. Por eso le cuestionó: "¿Cuatrociento? Pero si me dijite que no lo averiguate, ¿cómo sabe que son cuatrociento, ah?". Jaimito le contestó: "Eh, porque un tiguerito me lo dijo, mami". Y la mujer: "Hum, e’ carísimo. Cuatrociento peso son mucho cuarto, hijito, demasiáo dinero pa’ un pela gato como e’ tu pai", respondiendo el muchacho, "pero uté dice que papi gata muchísimo cuarto en ron y cervesa, entonce yo pienso que él podría comprármelo si bebe meno, mai", contestándole su progenitora: "Eso e’ verdá si, to’ lo que gana tu papá se lo bebe, lo parrandea, lo bota con su amigaso", y Jaimito: "¿?. Lo  que  tiene  que  hacé  mi  pai e’ bebe

 meno, de inmediato me lo puede comprá, de inmediato", y la madre, "¡ay  hijo, no lo conoce bien, aún no lo conoce bien!” "¿Que no, mami?" "No, Jaimito, te falta conocerlo mejor. Tu pai e’ jodón, embromón, un machita tremendo". 

     --¿Un machita? ¿Qué cosa e’ un machita, mami?

     --Hum, poco a poco lo entenderá, hijo, poco a poco. Sólo e’ cuetión de tiempo, si señor, cuetión de tiempo...  

 

            

0 comentarios