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Bernot Berry Martinez (Turenne)

'DOMINICANA, PAIS DOMINADO POR LA VAGANCIA'

           

Por: Bernot Berry Martínez      (bloguero)

 

    Es para nosotros una gran realidad de que la fallida República Dominicana es una nación de haraganes, desde luego con excepciones. Podría ser que en este país es donde menos se trabaja. Y sin producción una nación no puede avanzar, es más: se queda estancando como en efecto se halla.

    Conocemos que cuando un determinado país se estanca, retrocede, pues el mundo sigue avanzando hacia su real destino. Y mientras el planeta continúa raudo su curso, el que se queda estancado va quedándose lentamente atrás, hasta que se pierde definitivamente.  

    Es una gran lástima que los dominicanos seamos de tal manera, ya que el trabajo productivo es la única forma de traer grandes beneficios a los habitantes de una nación. Y aquí solamente no les gusta “doblar el lomo” los de clase baja, sino que todas son semejantes, un poco menos la del medio que siempre está luchando por no bajar de escalón, metiéndose muchos en asuntos delicados para escalar de posición.   

    No podemos afirmar en cuál espacio-tiempo la nación de Duarte y Luperón quedó frustrada en nuestra manera de actual en la vida. Eso es un trabajo para varios tipos de especialistas: sociólogos, sicólogos, historiadores, etc. Y me parece que no llegarían a ninguna parte a consecuencia de que comenzarían a buscar excusas para no estudiar el motivo, en otras palabras para no trabajar. Es que así somos nosotros, buscadores de pretextos para no tener responsabilidades.

    Este es el país que más días feriados posee. Por cualquier cosa tiene uno. Entonces vemos a los vagos barrigones en pantaloncitos cortos, sin camisas, jugando dominó, bebiendo cervezas o ron, colocado el famoso frasco debajo de una silla, con enorme radio a todo volumen. Y de tal modo acontece en las distintas clases sociales. Es algo habitual entre los dominicanos. Y por cualquier asunto se inventan una huelga con la finalidad de no trabajar. Y quienes poseen la suerte de tener un empleo, se dan el gusto de acompañar a los muchos que no los tienen, todo por el motivo esencial de quedarse en sus hogares a jugar dominó, beber alcohol, escuchar altísima música y hablar en alta voz.  

    Existen dizque Juntas Populares que se empeñan en buscar una motivación para hacer una huelga (la hacen hasta general). De esa forma paralizan hasta el país. Regularmente la realizan un jueves, así cogen varios días de vagancia, perdiendo el fisco una buena cantidad de dinero. Y todo para nada ya que nunca obtienen lo que buscan con esas dichosas huelgas. Desde luego, sus organizadores consiguen promocionase por los diferentes medios, asimismo conseguir prebendas tanto del gobierno, de los opositores y empresarios. Algunos de esos directivos de las Juntas Populares nunca han trabajado en parte, viviendo bien, tienen dinero, buenas viviendas, pues se venden al mejor postor.                       

    Distintos gobiernos han tratado de acabar con esa costumbre de la haraganería del dominicano --la cual tal vez nos viene de los indígenas taínos, como afirman ciertos teóricos, trayendo la misma una discusión que jamás terminará--. Cierto, el tirano Trujillo proclamó una llamada ‘Ley contra la Holgazanería’, saliendo camiones con guardias, atrapando a quienes se hallaban conversando en parques o caminando por calles, y si no demostraban que trabajan en alguna parte o eran estudiantes, se los llevaban como mano esclava a trabajar en terribles haciendas de Trujillo. La mayoría moría o se enfermaba de tuberculosis. Eso lo vio quien escribe, a quien por poco se lo llevan cuando era jovencito, no haciéndolo debido a que pude demostrar que me hallaba en la secundaria.           

    El campesinado dominicano está en nuestras principales ciudades haciendo de Motoconcho. Vendieron sus tierras, compraron un motor o se lo robaron y vinieron a buscárselas en estas calles que no conocen. Les observamos por grupos en cualquier esquina importante, parados frente a negocios importantes, casi siempre encima de las calzadas en donde el caminante tiene que bajarse a la calle porque ellos son los dueños de las ciudades, y como las autoridades municipales y del gobierno andan en lujosos vehículos con vidrios ahumados para no ver nada, o reírse de quienes andamos a pie. Por eso dijo el poeta: “este es un país que no merece el nombre de país…”    

 

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