Blogia
Bernot Berry Martinez (Turenne)

ESE RAFAEL L. TRUJILLO MOLINA ('Chapita')

                                             

NOTA: Por un nuevo aniversario de su ajusticiamiento. 

 

Por: Bernot Berry Martínez      (Bloguero)

 

    Parientes muy cercanos a la horripilante bestia “humana” conocida por Trujillo, igualmente sus aduladores a sueldos, tienen una enorme propaganda a favor de su régimen de terror que ese bicho les ofreció a los dominicanos durante 31 años con el firme apoyo de los norteamericanos y la iglesia católica. Estos familiares y sus lisonjeros son tan criminales como lo fue Rafael Trujillo Molina. Ellos lo llevan en la sangre, en el ADN el cual no se equivoca de acuerdo a los investigadores. 

   Trujillo mató a numerosas personas honrosas, rodeándose con la escoria de la nación: asesinos, ladrones, abusadores, terribles violadores..., poniéndolos en la policía y milicia para que aterrorizaran al pueblo. Sin embargo, el gran apoyo que obtuvo fue de esos intelectuales inescrupulosos que por amor al dinero, a vivir bien, cómodos, sin ser molestados ni irse hacia el extranjero como muchos de sus colegas. Tales intelectuales eran grandes sinvergüenzas. Estuvieron junto a él a pesar de que conocían perfectamente de que el tirano, a quien servían con gran esmero, era un terrible criminal. Es tal vez por eso que este ser detestable estuvo tantos años en el poder, abusando de los infelices (más del 80% en la pobreza extrema), quienes sobrevivían a duras penas. La gente andaba descalza, con una sola ropa y otra dominguera. Algunos teníamos unos zapatos durísimos, que usábamos para ir a la escuela, a veces a la iglesia, o los domingos a conversar con muchachas en el parque, también a escuchar música (retreta) que interpretaba la Banda Municipal.   

    Este monstruo con figura de hombre nació en San Cristóbal, Rep. Dom., el 24 de octubre 1881, muriendo asesinado por un grupo de valientes que lo ejecutaron en la noche del 30 de mayo 1961, en un complot elaborado durante bastante tiempo. Ellos aguardaron el momento preciso para hacerlo, llegándoles esa noche de su eliminación cuando se dirigía sin escolta hacia San Cristóbal a un encuentro dizque con una bella joven desconocida. Es que Trujillo fue un enfermo del sexo. Era lujurioso en extremo. Algunos estudiosos de su personalidad, principalmente sexólogos, consideran que era bisexual, y que huía de su verdadero yo abusando de pobres doncellas porque probablemente en el fondo era homosexual. Parece que las odiaba ya que cuanto más le hacía gozar era introducir el dedo para quitarle su virginidad, ya que algunas no alcanzaban la pubertad. ¿Cuál será la verdad de todo esto? Porque siempre se ha conocido de bravos soldados que en el fondo son homosexuales. Bueno, con tantas zonas desconocidas en la sexualidad es muy difícil llegar a una lógica conclusión. Hay que reconocer que uno de los Trujillo, Bienvenido, era un tremendo ‘pajaruco’, y que el Palacio Nacional estaba lleno de tales sujetos.

   Pocas fueron las doncellas que lograron escapar a tan despiadado individuo cuando eran señaladas por sus informantes (mujeres maduras mayormente) en distintas partes de Dominicana, encargadas de buscarlas y llevárselas. Las jovencitas muchas veces no eran para él, sino para importantes “personalidades” de los Estados Unidos y de otras latitudes, esencialmente senadores e importantes diplomáticos. Sus padres a veces recibían cierta compensación. Mas, aquellos progenitores que no cooperaban con el brutal gobernante eran considerados como enemigos del régimen, haciéndoles la vida imposible, metiéndolos presos por cualquier cosa, pasando su familia grandes dificultades. Hasta los propios familiares de éstos se les alejaban para no caer en la misma situación. Diversas familias acomodadas se volvieron enemigas por siempre. Así de horripilante fue la tiranía que los yanquis y la iglesia católica (compuesta por una mayoría de curas pedófilos) la apoyaron, esencialmente los hipócritas jesuitas y el siniestro Opus Dei. Pero como nada dura por siempre, el dictador fue mandado a ejecutar por quienes lo pusieron, esos yanquis de doble y triple moral, utilizando a los secuaces del propio tirano, aunque siempre se ha tratado de ocultar, de dejar a los gringos fuera de la conspiración.       

    Desde muy joven, Rafael, junto a varios de sus hermanos, se dedicó a cuanto más le complacía: el cuatrerismo, la falsificación de cheques y el hurto postal, algo con seguridad heredado de su padre, José Trujillo Valdez, un aventurero ladrón, hijo de un español canario que vino cuando la anexión de la República a España. Trujillo cayó preso en varias ocasiones. No obstante al volver a salir en libertad de nuevo retornaba a sus andadas delincuenciales. Él dirigió la terrible banda la 42, muy tenida por sus violentas atrocidades.

    Su madre se llamó doña Julia Molina Chevalier, de ascendencia haitiana. Se asegura que ésta jamás le perdonaría haber ordenado la muerte de un hermano.    

   A Trujillo le encantaba que sus secuaces le llamaran ‘el jefe’. Sin embargo era mejor conocido con el mote de “Chapita”, ya que fue un gran aficionado a las medallas, poniéndoselas para que adornaran su pecho. Con ellas se sentía como el pavo pajuil. Incluso se las compraba a los ebrios oficiales gringos cuando parrandeaban. Se unió a los invasores norteamericanos que llegaron en 1916 con el propósito de poseer a Dominicana entre las sangrantes garras de su Águila Imperial, uno de sus principales símbolos, Trujillo traicionó a su país, convirtiéndose en un real renegado, un desdichado mercenario. Participó con orgullo en la lucha contra los nacionalistas dominicanos que con ferocidad, patriotismo, valentía, honor y dignidad se les opusieron a los interventores por varios años en las Praderas Orientales.

    El teniente Trujillo --de inmediato los gringos le pusieron ese rango al notar su fidelidad a ellos y su odio a los nacionalistas-- y un grupo que comandaba con el sargento “Sendito”, llevaron el terror a las praderas del este. Fue algo increíble cuanto hicieron a los humildes campesinos, los cuales perdieron sus tierras, animales, casuchas, violaron a sus mujeres e hijas, ahorcando a muchos porque según sus confidentes --fue más criminal que los invasores-- eran familiares y cooperadores de los guerrilleros del Este, única región de Dominicana en donde se alzó con sobriedad la tricolor Bandera Nacional. La cantidad de propiedad ajena que robó fue tremenda. Se afirma que las vendió a los empresarios azucareros y ganaderos de la región.

    Realmente a Rafael L. Trujillo Molina solamente se le puede comparar a Pedro Santana, otro enorme traidor a la Patria y asesino, quien vendió el Proyecto Republicano ideado por Duarte y Los Trinitarios a los españoles por un título dizque de la nobleza, creado especialmente para él: “marqués de las carreras”. ¡Qué charlatán!

    Los corajudos combatientes del Este, llamados Guerrilleros (“gavilleros” los denominaban esos traidores y “·bandids” los gringos), pelearon por el decoro de la nacionalidad dominicana. Pero ningún gobierno aún los recuerda, ni siquiera con una diminuta tarja por el Seibo, lugar por donde más se combatió. El servilismo de estos politiqueos hacia los norteamericanos es fabuloso. Parece que lo hacen  con la finalidad de que esa rebeldía se pierda en el tiempo, principalmente entre los jóvenes. Esa es la ingratitud de los “políticos”, ya que no les conviene esa ejemplar manera de actuar cual lo hicieron aquellos nacionalistas. Y ningún senador o diputado dizque dominicano, que conozca, ha realizado mención de esos luchadores contra los intervencionistas y sus mercenarios. No lo efectúan ni por demagogia. Porque en honor a la verdad en Dominicana existen demasiados ‘trujillitos’. Sólo hay que darles un carguito para que de inmediato comiencen a robar del erario público. Se los contempla subir hacia una elevada posición en el gobierno de turno con viejos zapatos, trajes prestados, y al poco tiempo poseen lujosas viviendas, ropa carísima, sus hijos en colegios privados, con queridas, pistolas al cinto, arrogantes, sus esposas cargadas de finas prendas, etc. Y son de todos los partidos que lo hacen después de Trujillo, exceptuando el del gran escritor, literato y político don Juan Bosch, el cual por decente y honesto apenas duró casi siete meses, luego de ganar unas elecciones con el mayor porcentaje en la historia dominicana.

    “Chapita” mantuvo un grupo de informantes (Servicio de Inteligencia Militar, SIM) que se encargaban de llevar el horror entre el pueblo, básicamente contra los clandestinos disidentes de la dominante autocracia. Los asesinaban de forma espantosa, pero antes los torturaban con ferocidad. Una de sus principales torturas era sacarles ojos, cortarles los dedos, uñas, como también extraerles dientes y muelas. Pero todo esto lo efectuaban regularmente con personas sin apellidos sonoros, sin tener a alguien que hablara por ellos. En cambio, si lo tenía, con regularidad el dictador los perdonaba, teniendo que hacer una misiva pública dándole las gracias al magnánimo benefactor de la Patria, siempre con la consigna “Dios en el cielo y Trujillo en la Tierra”.

  Esas torturas del SIM lo efectuaban contra cualquier persona, sin importar sexo ni edad. A la Licda. En Educación y primera médica dominicana --nació en Higüey pero se crió en Macorís-- que estudió con enormes sacrificios, especializándose luego en Francia, la siempre admirada y ejemplar maestra, Dra. Evangelina Rodríguez Perozo, considerada una de las mujeres más ejemplares de la Rep. Dom., porque fue ‘chivateada’ de contribuir con aquellas huelgas azucareras en Macorís y La Romana, dirigidas por el Partido Socialista Popular, PSP, y que hicieron temblar al régimen, teniendo la galena 68 años, la torturaron desnuda por varios días, colgada como cerda, violada varias veces por soldados, soltándola luego de unos días desnuda por un camino vecinal de Hato Mayor con la finalidad de que falleciera. Todo eso se narra en la novela “Una flor para Evangelina Rodríguez”, de nuestra autoría, y que la puse en mi blog de manera gratuita, aunque fue publicada (600 ejemplares con grandes sacrificios, teniendo que regalar la mayoría de los ejemplares para que no se perdieran). Esta gran mujer la tienen olvidada –similar a los guerrilleros del Este-- todo porque estuvo en contra de la iglesia y los yanquis, también porque era una real socialista, no de nombre como es cierta “Internacional Socialista”, la que se encuentra dirigida por los grandes capitalistas.  

  Cierto, Evangelina Rodríguez era del Este, pobre, no capitaleña ni cibaeña, tachada de comunista, y tal vez por eso no le dan la importancia que se merece como han hecho con otras damas dominicanas. Pero ella vive, su memoria no perecerá aunque así lo anhelan los curas.    

   Trujillo se casó varias veces. Primero con Aminta Ledesma. De ese matrimonio nació Flor de Oro, la que sería esposa del playboy Porfirio Rubirosa. Luego lo haría con Bienvenida Ricardo, Sra. de Monte Cristi, dejándola para matrimoniarse con María Martínez, con la cual tuvo tres hijos: Ranfis, Angelita y Rahdamés. Se dice que el primero no nació del matrimonio, debiendo Trujillo (aún estaba casado con bienvenida) casarla con un cubano llamado Rafael Dominici, su amante, esto para guardar las apariencias. Empero, todo esto le trajo al vasco Jesús de Galindez porque escribió un libro en el cual decía que Ranfis no era hijo de Trujillo. Esto incomodó tanto al dictador que lo trajeron secuestrado desde Nueva York, endrogado, y despertara frente al tirano, quien le hizo comer las páginas de su obra para después darle un disparo en la cabeza. No se conoce con certeza cuánto hijos dejó Trujillo regados por el país. Se conocen a los de sus matrimonios, también los de sus amantes favoritas (Lina Lovatón y Elsa Bermúdez), aunque dicen que no tuvo con Norma ¿Meinardo? y Mony Sánchez.   

    Trujillo ascendió de manera meteórica en la milicia. En diez años llegó a ser general. Y poco después era Presidente. Obtuvo el rango de generalísimo, igual a Franco, dos fascistas que no se podría asegurar quién fue más terrible de los dos, pues si se lanzaba una moneda, de seguro que podía caer parada.      

    Este país estaba tan relajado por los Trujillo, que a Héctor (’Negro’) le hicieron Generalísimo en 1959. Además pusieron a Ranfis como general conjunto del ejército, marina y aviación. Los militares le llamaban por abajo “El Pato”.                                                                           

    La fortuna de los Trujillo nunca ha sido averiguada con exactitud, pero se la considera una de la más grande en aquel entonces. En otras palabras, era una de la más grande en el mundo, mientras el pueblo se moría de extrema necesidad.                                            

0 comentarios