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Bernot Berry Martinez (Turenne)

¡DOMINICANOS, NO OLVIDEMOS A EVANGELINA RODRIGUEZ!

 

 

     Por: Bernot Berry Martínez    (bloguero)

 

    Con certeza puedo asegurar que las hermanas Mirabal son heroínas de la Patria de Duarte y Luperón. Ellas fueron grandes antitrujillistas, principalmente Minerva, quien fue la más destacada de todas, esposa de Manolo Tavárez Justo, la cual fue la propulsora del nombre 14 de Junio en honor a los mártires revolucionarios que vinieron a ofrendar sus vidas contra la tiranía, entrando ese día y mes de 1959 por  Constanza, y pocos días después por Maimón y Estero Hondo. A ellas las recuerdan con mucha frecuencia. Llevan hasta el nombre de la provincia en la cual nacieron. No hay población que no tenga una calle con ese apellido en cualquier parte de Dominicana, también plazas, monumentos, Estación del Metro, y un montón de cosas más.

    Empero, aunque ellas se lo merecen, lo respeto mucho porque demasiado dolor me ocasionó sus muertes cuando se dieron a conocer. Y más por ser un opositor del cruel y tiránico régimen que por bastante años nos había sojuzgado a base de crímenes, torturas, caliesaje, etc. En fin una grandísima barbaridad fue esa diabólica Era de Trujillo.    

     Sin embargo, amigos, aunque la mayoría del pueblo dominicano no conoció y tal vez jamás escuchó el nombre de Andrea Evangelina Rodríguez Perozo (‘Lilina’), es indispensable que se enseñe quién fue esta destacadísima mujer, patriota ejemplar, nacida por un campo del Este (Pedro Sánchez), cerca de Higüey, traída a Macorís a los seis años de edad por su abuela Paterna y dos tías. Vendió dulces por las calles, estudiando por la ayuda de los poetas Deligne y otros intelectuales, amiga de Anacaona Moscoso quien le tomó gran cariño por su vocación de aprender y servir a los demás. Ella cuidaba con esmero al leproso Rafael Deligne, hermano de Gastón, sin sentir ningún asco, con amor, aunque era una niña. La gente la admiraba porque no temía contagiarse, y sin importarle cuanto le aconsejaban por participar en limpiar, bañar, hablar con el enfermo. Hay que señalar que Evangelina nunca se contagió de tan terrible enfermedad, muy temida en ese entonces porque no tenía curación. Regularmente a los leprosos los apartaban del pueblo, encerrando a muchos en lejanas casuchas.     

    Lo de Evangelina Rodríguez es algo asombroso. Estaba dotada de una inteligencia superior. Después de terminar sus estudios en donde Anacaona era directora --el Instituto de Señoritas--,aconsejada por ésta se fue a Santo Domingo a buscar la licenciatura en educación con la finalidad de ser profesora del indicado Centro. Y aunque consiguió que Anacaona Moscoso la pusiera como maestra del mismo, hubo escándalos por los curas y determinadas beatas que la veían con mala voluntad. Hasta pasquines tiraron por calles y plazas repudiando ese nombramiento, diciendo atrocidades de ambas.  

    Evangelina Rodríguez era odiada porque enseñaba a leer a obreros del puerto, domésticas, etc. Era una incansable rebelde contra la sociedad dominada por curas y pastores extranjeros. En fin, por todo esto comenzó una guerra que quizá nunca ha terminado. Y cuando se hizo médica con enormes sacrificios, siendo la primera en Dominicana, ella empezó a curar a numerosos enfermos que había por todo Macorís, haciéndolo también con guerrilleros heridos por yanquis y traidores a la dignidad nacional, como fueron Trujillo y su gente.  

     Sin embargo, no conforme con sus títulos, enseñando aún en el instituto, pero ahora como directora luego que una enfermedad acabó pronto con la ejemplar vida de Anacaona Moscoso quien la recomendó para el puesto, trayendo todo esto graves contrariedades con sus enemigos, volviendo los pasquines a llenar al pueblo con los insultos y mentiras absurdas sobre la buena y valiente Andrea Evangelina Rodríguez.   

   Ella luchó en las vías por el derecho de la mujer junto a otras valerosas señoras y señoritas. Daba conferencias al respeto con ciertas frecuencias, escribiendo en revistas y periódicos. Luchó por salvarle la vida al joven Gilbert, de 17 años, quien efectuó una acción en el puerto local contra los interventores norteamericanos, la cual se considera como “el hecho que salvó la honra de un pueblo”. Empero, no conforme con cuanto hacía comenzó a buscar ayuda económica para irse a Francia a estudiar tres especialidades. Hasta a San Francisco de Macorís fue a trabajar, pero casi todo lo que ganaba lo regalaba a personas que no poseían nada para comprar medicinas. Retornó del otro Macorís al nuestro más pobre que cuando se fue. Escribió un texto de sociología titulado “Granos de Polen”, con el cual pretendía recabar fondos para su viaje a Francia. Pero el mismo fue editado por un impresor medio analfabeto y borrachón, llenándolo de errores que colmaron de ira a Evangelina, la que destruyó la mayoría de las copias, incendiándolas. Empero, lentamente fue consiguiendo el dinero para el pasaje y se fue para la hermosa Francia, sola, pues era una mujer valiente, llena de virtudes por socorrer a sus paisanos. Unos años pasó por allá, rechazando empleos debido a que poseía un compromiso con su pueblo. Al regresar con tantos conocimientos, de inmediato comenzó a tocar puertas a las autoridades y personas acomodadas para que la ayudaran a curar a tantos enfermos que había en San Pedro de Macorís. Hizo una especie de clínica, llamándola “la casa amarilla” porque de ese color estaba pintada. Asimismo creó la “gota de leche” para los infantes, sanatorios para tuberculosos y leprosos, etc. Trató de que las mujeres no tuvieran tantos hijos, ya que la nación se convertiría en un país de tarados a causa de que las parturientas eran mujeres desnutridas. Ella se adelantó muchísimos años a nuestra aún atrasada sociedad de curas y pastores. Y estos individuos sin escrúpulos, en nombre de Jesús, le hicieron la vida imposible, destruyéndoles sus sueños con chantajes a sus protectores.

    No obstante, aparte de todo lo anterior, Evangelina fue enemiga de la intervención norteamericana como también del asesino de Trujillo. Fue una luchadora incesante contra esa tiranía. Fue amiga de Freddy Valdez, Mauricio Báez, Dato Pagán, Juan Niemen, ‘Pipí’ Ortíz, José del Orbe y otros líderes obreros. Igualmente tuvo buena amistad con los españoles republicanos, los que hicieron una gran labor democrática en Dominicana, ayudando a fundar el Partido Socialista Popular, PSP, el que hizo las huelgas orientales, paralizando los ingenios azucareros, tambaleándose  la dictadura, originando una represión horrible, brutal, en la cual murieron y torturados numerosos hombres y mujeres, entre éstas Evangelina Rodríguez.

    Para quien escribe, nuestra primera médica, la Dra. Andrea E. Evangelina Rodríguez fue la mujer más grande, importante, patriota a carta cabal, que ha producido la República Dominicana. Nadie ha sido como ella, aunque por motivos desconocidos que siempre he anhelado conocer, no es bien recordada, mucho menos dada a conocer a los jóvenes estudiantes. ¿Por qué razón no lo es como se lo merece? ¿Acaso por ser de la más humilde clase del Este, o debido a que perteneció al Partido Socialista Popular, PSP, la organización que más hizo por la democracia dominicana, incluso casi todo su Comité Central murió combatiendo en las montañas en 1959, o porque aún se encuentra tal vez excomulgada por la Iglesia Católica, o por mulata, media rara, demasiado inteligente, o a consecuencia de que nunca se la vio en ninguna atrasada iglesia?  

    Incluso ella aconsejaba a las madres, en sus charlas que daba por casi todo el país, asimismo en su libro ‘Granos de Polen’, a que no pusieran a sus hijos en colegios dominados por jesuitas, porque los dañaban emocional y físicamente.   

    Jamás, es irracional que se compare a las Mirabal con la médica Andrea Rodríguez. Aunque las circunstancias fueron distintas, Evangelina fue brutalmente humillada por años, sola, la gente le huía, aguantando esos golpes con estoicismo, sin  jamás doblegarse, apedreada, calumniada, golpeada salvajemente, violada varias veces por guardias sin pudor y honor. Fue llevada desde la fortaleza “Pedo Santana” (‘Méjico’) y lanzada desnuda en un camino vecinal no lejos de Hato Mayor, con la finalidad de que allí pereciera.  En fin, esta noble mujer, por la cual inclino respetuosamente mi frente a su heroica memoria debe ser mejor perpetuada. Evangelina pertenece a los dioses. Fue una fémina inmortal aunque sus cobardes enemigos, hienas, siempre han tratado de mantenerla en el silencio, entre sombras, ya que consideran que no es digna de ser acordada por las futuras generaciones. Empero, ¡cuán equivocados están! Ellos, parásitos religiosos, sí que no serán recordados. Pero el nombre de Andrea Evangelina Rodríguez Perozo se halla escrito en el luminoso firmamento.     

    Ha sido la mujer dominicana que quizá más ha sufrido por realizar solamente el bien a sus semejantes. Nunca tuvo marido ni hijos. Incluso sus restos yacen (1879¿?-1947) (luego que fue publicada mi novela sobre ella pusieron en la entrada del camposanto una tarja en donde se afirma que en el mismo se halla sepultada fulana de tal, la primera médica dominicana, sin fecha, tampoco la organización que la puso) en el viejo cementerio de Villa Providencia, en un nicho corriente, junto a otros cinco de sus familiares, cuando debería estar en el Panteón Nacional o en una gran tumba, semejante a la de A. Moscoso. Pero así es esta República, con gobernantes, senadores y diputados con un miedo espantoso a los curas y pastores.                         

    Pobre Dominicana, ¿adónde va con gente en el poder como los que actualmente se hallan, igualmente con los que antes estuvieron y tal vez vendrán? Es una nación llena de adulones.  

    ¡Oh Zeus,  cuánta cobardía existe en esta fallida República!            

 

NOTA: Los amigos que deseen conocer mucho más sobre gran parte de la vida de cuanto efectuó nuestra primera médica, los invito a leer mi novela-histórica “Una flor para Evangelina Rodríguez”, edición agotada, la cual publiqué en mi blog por capítulos. Es gratis. Deben buscarla con cuidado, pues fue hace varios meses de eso. Estoy a su disposición por cualquier problema. Eso sí: les pido que la lean con sumo interés.    

 

bernotberrym2@hotmail.com

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