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Bernot Berry Martinez (Turenne)

NAP0LEON BONAPARTE, ¿EL ANTICRISTO?

  

Por: Bernot Berry Martínez  (bloguero)

 

Cuando se lee a ciertos historiadores pagados por las monarquías europeas escribir que Napoleón fue un peligroso Anticristo, terrible dictador, enemigo de la humanidad, etc., muy de veras existen numerosas personas que deben sonreír a tal forma de tratar de confundir.

A Napoleón todavía le llaman el corso porque nació en la isla de Córcega. Es considerado como uno de los grandes genios militares de la historia, un tremendo estadista, enamorado de ver a Europa unida, grande, poderosa, componiendo una sola nación, un único pueblo, sin tantas atrasadas y parasitarias monarquías. Sus tácticas y estrategias se estudian en las mejores academias militares. Fue un apasionado de las matemáticas, ayudándole esta ciencia grandemente en su carrera militar. Su gran oportunidad le llegó a consecuencia de la gloriosa Revolución Francesa, la cual le permitió desarrollar plenamente sus facultades en la milicia, derrotando en Tolón a las fuerzas monárquicas francesas, apoyadas por ingleses y españoles.

Napoleón tuvo sus alzas y bajas. Llegó incluso hasta la miseria cuando cayó en desgracia con algunos altos dirigentes de la Revolución. Pero gracia a su pericia militar expulsó en desbandada a las fuerzas austríacas del territorio francés, convirtiéndose en el indiscutible héroe revolucionario y republicano que tanto anhelaba el pueblo en aquellos trágicos momentos. Hizo de un Ejército haraposo y hambriento, en uno poderoso con el cual conquistó en casi una década a toda Europa Occidental y gran parte de la central. Sus soldados le llamaban el Pequeño Cabo (le Petit Caporal) por sus buenas relaciones con ellos.

Tuvo problemas con la Iglesia Católica, expulsando de Francia en un par de ocasiones a los jesuitas, curas políticos al servicio del vaticano. Pero siempre éstos se las arreglaban para retornar por diferentes formas. Es que la gente “jodida” o acomodada siempre los ayuda. Ambas disímiles clases sociales se apoyan mutuamente (los primeros por la religión, los segundos por sus intereses) en socorrer a los llamados “hijos de Jesús”, la historia así ٌlo testifica. 

Pues bien, Napoleón llegó a convertirse en Emperador, haciéndolo en la Catedral de Notre Dame, y en presencia del Papa Pio VI. Esto lo hizo por conveniencia política, con la finalidad de ganarse a la humilde población católica. Ahora bien, él mismo se puso la corona, dejando boquiabierto al cura mayor (era éste quien se la ponía al monarca), también a los asistentes. Con esta formidable actuación, Napoleón demostró que era el Jerarca, no ningún cura. Empero…, quizás eso dividió más a los franceses: los napoleónicos lo celebraron y los monárquicos se enfurecieron. Pero así era Napoleón, un fiel creyente en la Revolución Francesa, soñando en una Europa unida. Fue un hombre superior con una enorme visión. Por eso las parasitarias monarquías no lo perdonarían jamás, y harían lo imposible por destruir su tan hermoso sueño. Y ellos poseían el oro robado a los nativos de las Indias (Latinoamérica), principalmente por lo españoles y los corsarios de Francis Drake, aquel oficial inglés con Patente de Corso que le otorgó la reina de Inglaterra. Se afirma que Simón Bolívar seguía los principios de Napoleón para América Latina. Y aquí era más fácil porque en realidad hablan el castellano, y son en el fondo un solo pueblo. Y sin embargo la oligarquía lo hizo fracasar.    

En 1796 Napoleón, presionado por los poderosos colonos del Caribe, restauró la esclavitud en esas colonias, abolida en 1794. Desde luego se debe reconocer que tal vez lo hizo porque Haití era la más rica de sus colonias y necesitaba con urgencia sus productos para continuar las guerras libertadoras que llevaban los principios establecidos en la Revolución Francesa. Pero esto trajo mucha inquietud entre la población negra, levantándose contra los colonos propietarios de numerosas y diversas plantaciones, incendiándolas. Y como la guerra se aprovecha de acuerdo a los intereses, los monárquicos ingleses, holandeses, españoles, daneses, etc., se les unieron en distintas formas, pues era una manera de contribuir a derrotar al peligrosísimo Napoleón. Y así aconteció: los franceses tuvieron que salir porque las enfermedades diezmaron a las tropas napoleónicas.  Mató a más soldados que la propia insurrección, dejando a los mulatos en cruenta guerra contra los negros. Estos últimos, más numerosos, obtuvieron la victoria sobre los mulatos, matándolos a todos, incluyendo sus hijos, incendiando todo, dividiéndose el país en dos, un reino brutal y otro dizque presidencial. Empero, la interrogante que algunos intelectuales se hacen es: ¿estaba preparado la población haitiana para su independencia? También se interrogan que si hubieran transcurrido unos años, mientras la Revolución Industrial se desarrollaba, quizás Haití estuviera más avanzado cultural y económico que Guadalupe, Martinica, San Bartolomé, etc. Empero, la historia no se puede cambiar, es imposible retroceder en el tiempo.  

Napoleón contrajo matrimonio con Josefina, una bella criolla nacida en Martinica. Los investigadores consideran que la ‘nobleza’ de Suecia, Dinamarca, Noruega, Bélgica, Grecia, Luxemburgo, de la actual Reina de España, son descendientes de Josefina Beauharnais, apellido de su primer esposo guillotinado, pero que el corso se divorció de ella debido a no poder darle un hijo, el heredero que tanto ansiaba. Josefina fue Emperatriz de Francia. El pueblo la amaba, llamándola “l’bonne Josepfine”, la buena Josefina. 

 

DIVERSAS IMAGENES DEL GRAN CORSO: NAPOLEON BONAPARTE. 

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