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Bernot Berry Martinez (Turenne)

RECORDANDO A NIKITA KHRUSCHOW

RECORDANDO A NIKITA KHRUSCHOW

    Lo cierto es que cuando se lee sobre la vida de Nikita Jruschov --un campesino de familia pobrísima que comenzó a laborar la tierra desde los siete años en vez de estar aprendiendo a leer y escribir--, se siente gran admiración por aquel ser humano que prefirió perder el máximo poder de la Unión de las Repúblicas Socialista Soviéticas (URSS), 1953-1964, antes que llevar a la humanidad, animales y árboles del planeta Tierra, a una total extinción en una estúpida y horrorosa guerra nuclear durante aquellos grises días de la denominada ‘Crisis de los Misiles en Cuba’, 1963.  

    Nikita Khruschow nació en Kalinovka, Rusia, el 17 de abril de 1894, falleciendo el 11 de noviembre de 1971, cuidando su hermoso jardín, pues era gran amante de la Madre Naturaleza. Vivió de una modesta pensión. Está sepultado en el cementerio de Novodevichy, Moscú. Y si Ud. está leyendo este artículo, debe saber que se lo debe a él, a ese hombre olvidado por la ingratitud de los políticos, quienes quieren mantener entre penumbras, olvidado, a hombres como Nikita, vilmente calumniado.     

    En 1908 su familia se fue para Ucrania, en donde su padre trabajó como minero y su madre lavaba ropa en diversas casas. Teniendo 15 años laboró en una industria limpiando hollín de enormes calderas. Más luego se hizo obrero metalúrgico, recibiendo un mejor sueldo, quedando por su profesión exonerado del Servicio Militar y de su participación en la Primera Guerra Mundial.   

    Tuvo una excelente participación en la Revolución Bolchevique en 1917. Se distinguió luchando con el Ejército Rojo durante la Guerra Civil, 1918-1920. Consideran que fue un formidable combatiente. Realizó carrera política en el Partido Comunista de Ucrania. Debido a su capacidad de acción, mando  y trabajo, escaló rápidamente en esa organización, llegando a ser primer secretario de la región de Moscú y de la República de Ucrania.  

    Nikita se distinguió en la horrible Guerra Patriótica contra los invasores nazis. Guerra que duró  Alemania nazi, entre 1941-’45, siendo Comisario Político con el rango de Teniente General. A consecuencia de la invasión germánica organizó el partido para defender Ucrania. Luchó contra los llamados ‘nacionalistas’ aliados de los alemanes, pero fue mandado a buscar por Stalin  ante la caída de Kiev. Fue luego enviado a Stalingrado, actual Volgogrado, a dirigir la defensa de tan importante ciudad, ruta principal para llegar a los pozos petroleros de la URSS. Allí mantuvo a raya a los nazis, quienes perdieron muchas tropas, aviones, tanques con la resistencia del Ejército Rojo y el pueblo soviético. En esa batalla, tenida como la más sanguinaria y horrenda conocida por la humanidad, murieron más de cuatro millones de personas entre militares y civiles de ambas partes, principalmente de soviéticos. La ciudad quedó totalmente destruida. Empero fue ganada por sus defensores ante la formidable contraofensiva dirigida por Kruschov contra el poderoso Sexto Ejército Nazi. Los alemanes murieron por millares, rindiéndose miles, entre éstos gran cantidad de altos y medianos oficiales. Se la considera una de las batallas decisivas para derrotar a Hitler y sus arrogantes tropas. Fueron combates de casa en casa, con francotiradores por doquier, de incesantes emboscadas a cualquier hora, y con un terrible frío que dejaba a los soldados congelados. Los alemanes la llamaron Ratternenkneg: “guerra de ratas”.    

    Con la muerte de Stalin (1953) fue electo Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética, PCUS. Lentamente fue eliminando el culto al estalinismo, ya que consideraba que el marxismo-leninismo lo prohibía. Su popularidad creció por tales medidas. Sin embargo, por esa forma de actuar le trajo fuertes críticas de China, la cual lo acusó de ‘revisionista’. Esto trajo un distanciamiento entre ambas naciones, trayendo que los partidos comunistas del mundo apoyaran a los rusos o a los chinos. Tal división les convino a los países capitalistas, aprovechándola al máximo.       

    Al tomar los revolucionarios cubanos dirigidos por Fidel Castro el poder en Cuba en Enero de 1959, derrumbando la dictadura pro-norteamericana de Fulgencio Batista, la situación mundial tomó un peligroso rumbo. John Kennedy, presidente de USA en esos momentos, un hijo de ricos cuya fortuna se dice fue hecha haciendo alcohol clandestino durante la Ley Seca, no simpatizando con el gobierno de Fidel, preparó una invasión de cubanos anticastristas que entraron por Bahía de Cochinos. Estaba apoyada por aviones gringos, los cuales bombardearon y ametrallaron a los revolucionarios que defendían su país contra aquella intervención dirigida por Norteamérica. La aventura tuvo un humillante  fracasó en pocos días. Esto trajo un alejamiento entre USA y Cuba, acercándose los cubanos a la URSS para hacer que la revolución sobreviviera, pues los norteamericanos les pusieron sanciones económicas con fines de que la se derrumbara. Las mismas aún están en plena vigencia. Y es que así actúan los imperios con un territorio que les perteneció y que se hallaba en total rebeldía.

    Los soviéticos, que tenían frente a sus narices cohetes USA de alcance medio, nucleares, en Turquía, aprovechando la situación cubana comenzaron a instalar en ese territorio cohetes San-4 y 5 con cabezas nucleares. Además llevaron 35 mil soldados. Aviones U-2 los descubrieron y Kennedy se alarmó, igualmente el Pentágono. Hubo pánico en las altas esferas norteamericanas. Entonces comenzó la peligrosa Crisis de los Cohetes de 1962 (‘Crisis de octubre’ la llaman los cubanos). Fue cuando la raza humana y toda clase de seres vivientes de nuestro sufrido planeta estuvieron al borde de un desastre o exterminio total. La locura colectiva se iba a manifestar a plenitud. Sin embargo, a pesar de los insultos, del bloqueo naval impuesto a la isla por los yanquis con la participación de buques latinoamericanos (destructores argentinos y venezolanos, dos fragatas dominicanas, etc.), el Ultimátum dado por Kennedy a los soviéticos para que sacaran los cohetes o habría una guerra atómica, la razón lógica de Kruschow se impuso. Y tal vez pensó: ¿”Y cómo voy a llevarme de este riquito y arrogante enemigo de la Clase Humilde,  corrupto, que se le importa un pepino sus semejantes debido a que estará dizque protegido con su gente en un refugio antiatómico a destruir este todavía hermoso planeta en el cual vivimos”? Y Nikita retiró los cohetes, pero también los gringos hicieron lo mismo en Turquía. Y logró comprometer a Estados Unidos en no atacar a Cuba. Fue una decisión valiente la tomada por Kruschow. Aunque se asegura que por calles habaneras una multitud de enojadas personas gritó: “Niki, mariquita, lo que se da no se quita”, la verdad es que Cuba hubiera desaparecido del mapa, y los que aún estamos vivos se lo debemos a él, a Nikita Kruschov, salvador de la actual humanidad.

    Eso de que “el tigre es un pedazo de papel” es un gran disparate, como también lo fue “el gran salto hacia delante”, el cual sucedió al revés. Ya no estamos en guerras convencionales de fusilería y cañonazos. Eso es para hacer dinero los armamentistas y robar los recursos naturales de naciones débiles. Una posible guerra entre potencias sería con armamentos sumamente poderosos, imposible de imaginarnos las consecuencias que nos ocasionarían.   

    Por tanto, inclino mi cabeza en honor a un gran revolucionario de paz, creador de la Coexistencia Pacífica. No es culpable de cuanto aconteció después en la Unión Soviética. Él es una personalidad meritoria que debería otorgársele, in memoriam, a años de su muerte, el Premio Nobel de la Paz. Se lo merece en demasía.

 

 

 

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