Blogia
Bernot Berry Martinez (Turenne)

'NUESTRO POETA HÉCTOR J. DIAZ'

 

A petición de varios amigos. 

                                        

Por: Bernot Berry Martínez  (bloguero)

 

    Héctor J. Díaz 

 

Han existido hombres y mujeres de inmensa estatura, tal vez mayor que la montaña más alta del mundo. Regularmente quedan olvidados por su forma independiente de ser. Es el caso del poeta Héctor José Díaz, nacido en Azua de Compostela en 1910, ¿falleciendo? en Nueva York en 1950, año en que importantes antitrujillistas fueron asesinados, entre éstos el valiente dirigente del Partido Socialista Popular, PSP, Freddy Valdez, a quien por tres años lo torturaron hasta que finalmente lo ejecutaron en una forma sumamente cruel, bestial, demencial, pues lo dejaron colgando por las muñecas hasta que se les desprendieron, cayendo al suelo Freddy echando pestes contra el tirano. Ahí se desangró mientras sus torturadores se reían… Al dirigente sindical, también del PSP, Mauricio Báez, lo secuestraron en Cuba, desconociéndose qué hicieron con su cuerpo. La versión más conocida es que lo introdujeron entre un baúl o tanque lleno de cemento, lanzándolo a la bahía de la Habana. 

Pero volviendo al poeta, escritor, compositor, declamador, real artista en un país lleno de limpia--sacos y soplones, a Héctor J. Díaz, asombrador de mucha gente por su oratoria, su forma sencilla de vivir, amigo sincero, honesto, no adulón de los oligarcas de este país en aquel entonces. Es por eso que se ganó el odio de la oligarquía criolla, de los trujillistas y de los intrigantes y peligrosos curas de esa caduca iglesia católica, llena de pedófilos y homosexuales, con escándalos que espantan hasta a las aves del cosmos.              

A tan gran poeta lo tienen olvidado, aunque son pocas las personas de edad avanzada que no conozcan su célebre poema “Lo que quiero”. Fue un hombre valiente, enemigo de Trujillo, el cual era el "jefe" de Dominicana en esos tiempos, teniendo la nación “entre su bolsillito monedero” (le encantaba decir esa frase). Pero a este asesino y ladrón le llegó su hora cuando un grupo de sus compinches en desgracia con él lo ajusticiaron camino a San Cristóbal cuando iba a verse con una joven de identidad desconocida. Desde luego, todo esto fue dirigido por los norteamericanos, la terrible CIA, que cuando se decide a pasar cuenta no la detiene ni el mismito ‘diablo’.     

El poeta escribió libros, compuso las canciones como “Entre tu amor y mi amor”, “Paris”, los merengues “Mal Peláo”, “El negrito del Batey”, “Se murió Martín”, etc.  Nunca fue un pedigüeño. Se dicen que se halla “excomulgado” por la iglesia. Fue un verdadero artista que supo brillar con luz propia en el escabroso sendero del arte en Dominicana. 

El poema es uno de los mejores que se ha escrito en este país. Está lleno de belleza, arte, literatura altísima que muy pocos pueden entender. Es una obra llena de imágenes, de duro combate a la tiranía y a la iglesia. Pero hay que saberla interpretar, pues cuando él se inspiró en ella Trujillo estaba cortando cabezas con el apoyo de los llamados cristianos en nombre del anticomunismo. Es muy fácil escribir ahora que no existe persecución a cuanto uno expresa. Pero en aquellos funestos tiempos había que hacerlo de manera sinuosa, con numerosos laberintos para engañar a esos malvados jesuitas al servicio de los poderosos.

¡Que viva por siempre uno de los grandes poetas dominicanos, el azuano Héctor J. Díaz!      

En recuerdo suyo y para esos amigos y los lectores, con sinceridad:

 

                             ‘LO QUE QUIERO’   

          

       Por: Héctor J. Díaz

  

       Que nadie me conozca y que nadie me quiera.

       Que nadie se preocupe de mi triste destino.      

       Quiero ser incansable y eterno peregrino que

        camina sin rumbo porque nadie lo espera.  

 

        Caminar rumbo adentro, solo con mis dolores,

        nómada, sin amigos, sin hogar y sin anhelos.

        Que mi techo sea el cielo, y mi lecho las hojas

        de algún árbol sin flores.

 

         Que no sepan mi vida, ni yo sepa la ajena.

         Que ignore todo el mundo si soy triste o dichoso.

         Quiero ser una lágrima en un mar tempestuoso

          o un grano de arena en inmenso desierto.

 

          Cuando ya tenga polvo de todos los caminos,

          cuando ya esté cansado de luchar con mi suerte,

          me lanzaré en la noche sin luna de la muerte, de

          donde no regresan jamás los peregrinos.

 

           Y morir una tarde cuando el sol triste alumbre 

            ascendiendo hasta el cielo, o descendiendo una

            cumbre.                                                                                                                                                                                              

            Que mis restos ya polvo los disipen los vientos.

             Para cuando ella sienta remordimientos,

             no se encuentre mi tumba ni me pueda rezar.

                           

  

NOTA: Gentilmente invito a los amigos de mi blog a que traten de leer la novela-histórica “Una flor para Evangelina Rodríguez” (1879-1948), puesta aquí entera. Es gratuita, una forma de recordar a tan noble mujer, quizás la más grande que ha dado esta Nación, en su natalicio el 10 de Noviembre. Ella fue escritora, profesora, luchadora por la libertad, Licda. en educación, primera médica dominicana, con varias especialidades realizadas en Francia. Trabajó educando y en medicina a favor de los desposeídos. Si Ud. desea conocer sobre esta dama que enfrentó con coraje a los norteamericanos invasores, a Trujillo y la Iglesia Católica, lea esta narrativa que se encuentra en nuestro blog. Búsquela. Gracias.  

0 comentarios