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Bernot Berry Martinez (Turenne)

'EL MERCADO PUBLICO DE MACORIS ES UNA POCILGA'

Por Bernot Berry Martínez (bloguero)

La gran verdad es que el Mercado Público de Macorís es una vergüenza para todos los ciudadanos de este pueblo en decadencia, un lugar antihigiénico, que enferma a los que lo frecuentan para comprar sus alimentos.

Este Mercado hace años debió de ser demolido al construirse otro más grande, con aire acondicionado, no lejos del actual.

Sin embargo nada se ha efectuado. Todo sigue como antes, con la diferencia de que nuestro Mercado se ha ido deteriorando cada vez más. Los víveres sucísimos, llenos de un lodo negro, un cáos colectivo, esencialmente si llueve, pues ahí es que se convierte en una pocilga extremadamente sucia.

La gente se pregunta cuándo el alcalde Tony Echavarría construirá uno nuevo, el cual le sirva como comodín para buscar la senaduría provincial. ¿Lo hará cuando se acerquen las elecciones en el 2016? Conociendo al elemento, es muy probable que este politiquero, mediocre profesional, enemigo del ecosistema, quien tumbo el Guaraguao del parque Duarte, así lo tenga pensado con sus demasiados asesores cobra cheques que tiene a su lado.

Mientras tanto mucha gente ya ni pasa cerca de ese Mercado. Van a los supermercados en donde los productos están limpios, bien conservados en aire y más baratos que en el mismo. Bueno, si existe un sitio carero, con pesos arreglados con varias onzas menos, todo para estafar al comprador es en esa pocilga que llaman Mercado Público.

¿Acaso los macorisanos hemos perdido la dignidad? ¿Sólo deseamos tener un cargo, una botella en el gobierno o en el Ayuntamiento? ¿Es por eso que nos matamos con cualquiera en busca de un sueldito para no doblar el lomo? ¿Qué fácil es así, eh? Siempre chupando de la vaca nacional.

Pero como dice Eclesiastés --para mí uno de los mejores libros de la Biblia--, "todo tiene su tiempo bajo el Sol", ya veremos en el transcurso de los años.

Entre tanto, la Alcaldía sigue beneficiándose de los impuestos que los comerciantes pagan por utilizar cualquier diminuto espacio del mismo, incluyendo parte de la calle. Los pendejos que compran allí tienen que pagar un poco más por los alimentos orinados por miles de ratas que viven en ese ’dizque’ mercado.

Y mientras el hacha va y viene:

¡Que viva el periodismo independiente y el no comprometido por un sueldito!

¡Que viva la Libertad de Expresión!

¡Que viva la gloriosa Revolución Francesa!

 

 

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